Aquella mañana de otoño, Paco el frutero, dispuso como siempre y con su habitual esmero, sus cajones de frutas y verduras, que decoraban la fachada de su establecimiento, ubicado en una casa antigua de nuestro barrio. Y con las diferentes frutas y verduras, formaba un bonito y luminoso cuadro de sensaciones gustativas. De tal manera que inspiró a un joven vecino, que estaba enamorado de una chavala, también vecina, para decirle este piropo:
“Eres más bonita que un puesto de frutas.”
El vegetativo verso amoroso, le llegó a la chica al corazón; y entonces, se dejó seducir definitivamente por su vecino.
La verdad era que Paco el frutero tenía mucho arte en la colocación de sus frutas y verduras, que por otro lado, presentaban un aspecto sano y de belleza exquisita, ya que provenían de cultivos ecológicos, sembrados con mucho amor, y a los que no se les echaba pesticidas . (Que para que ustedes lo sepan, son una cosa dañina para nuestros estupendos cuerpos y hacen que nos duela la barriga.)
Paco terminó de colocar sus géneros en la fachada de su establecimiento y se fue hacia dentro de su tienda, para hacer otras faenas mientras le llegaran los clientes. Todo estaba en calma, cuando se oyó decir a un brócolí, con acento muy fino.
- Menos mal que nuestro frutero me ha colocado en un sitio buen; pues con lo bonito que soy y las propiedades que tengo, me merezco este lugar. Es que estoy para comerme.
-Ya está mi primo presumiendo - dijo una hermosa coliflor.- ¡Qué “jartible!” Llevo escuchando la misma cantinela desde que estábamos plantado en el campo. Vale ya, nene... Yo también deslumbro con mi exuberante y sana belleza, y la gente me prefiere a mí más que a ti. Y además, tengo las mismas propiedades que tú. No te das cuenta que mi blanca cara ilumina a todo el género que hay aquí...
Un murmullo se creó en la distintas cajas del puesto de frutas y verduras, y provocó que un humilde manojo de acelgas, exclamara: ¡Presumidos!
Pero la discusión entre el brócoli y la coliflor continuó.
El Brócoli, que se quería reivindicarse como una estupenda y beneficiosa verdura, siguió con su proclama.
- Yo soy entre las verduras, el más poderoso guerrero contra el monstruo cáncer; así lo dicen los sabios. Y además, soy millonario en potasio y hierro, en betacaroteno. Y...
- ¡Vale! ¡Vale! Sí, y en fósforo; pues a ver si cuando te dé el sol, te prendes como una tea y te quemas; listo- le respondió alterada la Coliflor-. Pero tú no te das cuenta que casi somos de la misma familia y yo poseo todas esas propiedades beneficiosas que pregonas...
- Ya, pero yo soy el más poderoso...
- Sí, eres un gran guerrero; ya lo has dicho.
- Es que lo que me pasa también, es que estoy harto de que la gente cuando llega al puesto de Paco siempre te echen piropos por lo bonita que tú y tus hermanas sois. “¡Qué bonita la coliflor... Que bonita la coliflor!” “¡Qué hermosa y blanca!” ¡Me fastidia! Claro, como a mí me abrigan tanto con mis hojas, pues casi no se me ve. Cuando la verdad es que tengo un color muy guapo- dijo altivo nuestro Brócoli.
- Bueno, primo; pues cada uno con sus virtudes, no te enfades. Salud. Ahora, reconocerás que yo soy mejor para facilitar la digestión- dijo la Coliflor para fastidiar a su pariente, y provocó que el Brócoli se pusiera aun más morado. “Estos dos no dejan de dar la tabarra con sus beneficiosas propiedades. Pero si no estás fuerte y tiene una buena musculatura no hay cuerpo ni vitaminas que valgan; y esas cosas las doy yo; que soy rica en hidrato de carbono, y quién me prueba asada, repite”- dijo pensando una humilde y discreta Castaña. La coliflor va de guapa y el brócoli de especial, pero yo soy la chica encantadora del otoño, pues cuando me ven todos exclaman: ¡uuuhm... castaña! ¡Qué rica está asada. Me encanta. “A ver quién tiene esa virtud”. Pensó la Castaña reafirmando su valor nutritivo.
Pero en el puesto de Paco también estaba una fruta, que es como un hada protectora para la salud. Que como también era discreta y otoñal, no quiso entrar en la discusión que tenían el Brócoli y la Coliflor. Y es que a propiedades y virtudes, nadie ganaba a la Granada. La fruta que tiene el honor de dar su nombre a una de las ciudades más bonita de Andalucía. Es rica en muchas vitaminas de la familia B: B1, B2, B3, B9, y también la E de elegante. Calcio, que como todos sabéis es una cosa buena para fortalecer los huesos. Fósforo, cobre... Sí, sí... cobre; para que circule bien nuestra energía por el cuerpo. Antioxidantes; que sirven para la gente adulta esté siempre con espíritu joven. Y más virtudes, queridos comensales y comilones.
Y la Granada también hizo su reflexión, dándose a valer.
“Si yo fuera presumida, les diría a éstos las propiedades y virtudes que yo poseo, pero yo no quiero competir con nadie... Si supieran que soy una fruta que simboliza la fertilidad, y que fui consagrada a Afrodita; la diosa del Amor. Podría gritar y exclamar a los cuatro vientos...¡Llevo un universo rojo, dentro de mí! ¡Comerme! ¡Estoy buenísima!”
¿Y sabéis lo que sucedió por un efecto mágico? Que el pensamiento de la Granada, entró por un balcón de la antigua casa, donde estaba la frutería. Y entonces se escuchó cantar al vecino enamorado:
“¡Granada... fruta soñada por mi!... ¡Tu juguito me pone tierno, cuando es para mí¡...” (Estrofa que podemos hacer que la cante varias veces todo el mundo.)
Así que, queridos niños y adultos, disfrutar y degustar lo que nos da el otoño. Y salud; que es la mejor riqueza que podemos tener. Y no está en los bancos.
“Eres más bonita que un puesto de frutas.”
El vegetativo verso amoroso, le llegó a la chica al corazón; y entonces, se dejó seducir definitivamente por su vecino.
La verdad era que Paco el frutero tenía mucho arte en la colocación de sus frutas y verduras, que por otro lado, presentaban un aspecto sano y de belleza exquisita, ya que provenían de cultivos ecológicos, sembrados con mucho amor, y a los que no se les echaba pesticidas . (Que para que ustedes lo sepan, son una cosa dañina para nuestros estupendos cuerpos y hacen que nos duela la barriga.)
Paco terminó de colocar sus géneros en la fachada de su establecimiento y se fue hacia dentro de su tienda, para hacer otras faenas mientras le llegaran los clientes. Todo estaba en calma, cuando se oyó decir a un brócolí, con acento muy fino.
- Menos mal que nuestro frutero me ha colocado en un sitio buen; pues con lo bonito que soy y las propiedades que tengo, me merezco este lugar. Es que estoy para comerme.
-Ya está mi primo presumiendo - dijo una hermosa coliflor.- ¡Qué “jartible!” Llevo escuchando la misma cantinela desde que estábamos plantado en el campo. Vale ya, nene... Yo también deslumbro con mi exuberante y sana belleza, y la gente me prefiere a mí más que a ti. Y además, tengo las mismas propiedades que tú. No te das cuenta que mi blanca cara ilumina a todo el género que hay aquí...
Un murmullo se creó en la distintas cajas del puesto de frutas y verduras, y provocó que un humilde manojo de acelgas, exclamara: ¡Presumidos!
Pero la discusión entre el brócoli y la coliflor continuó.
El Brócoli, que se quería reivindicarse como una estupenda y beneficiosa verdura, siguió con su proclama.
- Yo soy entre las verduras, el más poderoso guerrero contra el monstruo cáncer; así lo dicen los sabios. Y además, soy millonario en potasio y hierro, en betacaroteno. Y...
- ¡Vale! ¡Vale! Sí, y en fósforo; pues a ver si cuando te dé el sol, te prendes como una tea y te quemas; listo- le respondió alterada la Coliflor-. Pero tú no te das cuenta que casi somos de la misma familia y yo poseo todas esas propiedades beneficiosas que pregonas...
- Ya, pero yo soy el más poderoso...
- Sí, eres un gran guerrero; ya lo has dicho.
- Es que lo que me pasa también, es que estoy harto de que la gente cuando llega al puesto de Paco siempre te echen piropos por lo bonita que tú y tus hermanas sois. “¡Qué bonita la coliflor... Que bonita la coliflor!” “¡Qué hermosa y blanca!” ¡Me fastidia! Claro, como a mí me abrigan tanto con mis hojas, pues casi no se me ve. Cuando la verdad es que tengo un color muy guapo- dijo altivo nuestro Brócoli.
- Bueno, primo; pues cada uno con sus virtudes, no te enfades. Salud. Ahora, reconocerás que yo soy mejor para facilitar la digestión- dijo la Coliflor para fastidiar a su pariente, y provocó que el Brócoli se pusiera aun más morado. “Estos dos no dejan de dar la tabarra con sus beneficiosas propiedades. Pero si no estás fuerte y tiene una buena musculatura no hay cuerpo ni vitaminas que valgan; y esas cosas las doy yo; que soy rica en hidrato de carbono, y quién me prueba asada, repite”- dijo pensando una humilde y discreta Castaña. La coliflor va de guapa y el brócoli de especial, pero yo soy la chica encantadora del otoño, pues cuando me ven todos exclaman: ¡uuuhm... castaña! ¡Qué rica está asada. Me encanta. “A ver quién tiene esa virtud”. Pensó la Castaña reafirmando su valor nutritivo.
Pero en el puesto de Paco también estaba una fruta, que es como un hada protectora para la salud. Que como también era discreta y otoñal, no quiso entrar en la discusión que tenían el Brócoli y la Coliflor. Y es que a propiedades y virtudes, nadie ganaba a la Granada. La fruta que tiene el honor de dar su nombre a una de las ciudades más bonita de Andalucía. Es rica en muchas vitaminas de la familia B: B1, B2, B3, B9, y también la E de elegante. Calcio, que como todos sabéis es una cosa buena para fortalecer los huesos. Fósforo, cobre... Sí, sí... cobre; para que circule bien nuestra energía por el cuerpo. Antioxidantes; que sirven para la gente adulta esté siempre con espíritu joven. Y más virtudes, queridos comensales y comilones.
Y la Granada también hizo su reflexión, dándose a valer.
“Si yo fuera presumida, les diría a éstos las propiedades y virtudes que yo poseo, pero yo no quiero competir con nadie... Si supieran que soy una fruta que simboliza la fertilidad, y que fui consagrada a Afrodita; la diosa del Amor. Podría gritar y exclamar a los cuatro vientos...¡Llevo un universo rojo, dentro de mí! ¡Comerme! ¡Estoy buenísima!”
¿Y sabéis lo que sucedió por un efecto mágico? Que el pensamiento de la Granada, entró por un balcón de la antigua casa, donde estaba la frutería. Y entonces se escuchó cantar al vecino enamorado:
“¡Granada... fruta soñada por mi!... ¡Tu juguito me pone tierno, cuando es para mí¡...” (Estrofa que podemos hacer que la cante varias veces todo el mundo.)
Así que, queridos niños y adultos, disfrutar y degustar lo que nos da el otoño. Y salud; que es la mejor riqueza que podemos tener. Y no está en los bancos.
Luis Hornillo Pulido
Cuento narrado en el mercapuma el 10 de noviembre de 2012
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