LA NUEVA ÉPOCA ES PROFUNDAMENTE REVOLUCIONARIA Y LO SABE.
Guy Debord.
Guy Debord.
Aproximadamente desde 2008 se hace cada vez más patente, sobre todo en el mundo occidental, el cambio de ciclo del capitalismo. El sistema ha abandonado su periodo 'normal', en el que sus leyes actúan - no intervención del Estado en cuestiones económicas - para entrar en un nuevo momento extraeconómico, en una nueva crisis, periodos en los cuales el capitalismo se ve avocado a la cancelación de sus propias reglas – entidades financieras rescatadas por los Estados – y utiliza la violencia como única forma de recomponer el sistema. Detener este ciclo y abortar el capitalismo es posible si la población se transforma en sujeto creador de su propia historia. Movimientos como la Revolución Islandesa, la Revuelta Griega, las Primaveras Árabes, el 15M en España, Yo Soy 132 en México, Occupy Wall Street en EE.UU. o los movimientos estudiantiles de Chile y Quebec, evidencian que una nueva consciencia mundial va tomando forma, una consciencia no reformista sino transformadora de la realidad, portadora en su corazón de un mundo nuevo que tarde o temprano eclosionará superando al actual orden corrupto internacional.
Revistas NOTON nº 7 / Ilustración de portada imagen
cedida por el colectivo PSJM
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Vivimos un tiempo en que avanzamos hacia un conflicto abierto, a todas luces necesario, entre el viejo mundo de la tiranía de la mercancía y el valor de cambio, y los «mundos verdaderos» que están ya por doquier. Es tiempo ahora de enfilar con decisión ese «paso al noroeste», llegando a entender que lo verdaderamente político es la manera en que vivimos. Necesitamos un gesto, un gesto de sabotaje que nos permita reconocer a nuestros hermanos y lo que nos une con ellos. Nos acordamos aquí de las compañeras Nadezhda Tolokónnikova, Yekaterina Samutsévich y María Aliójina, las tres Pussy Riot encarceladas en la Rusia de Putin. Durante su juicio siempre han rechazado la clemencia 'liberal – humanitaria' - usando palabras de Slavoj Žižek – que tratara de rebajar su acto político a mera provocación digna de lástima y, recomendando pedir la absolución al tirano Putin, pretendiera entregar la vida de las luchadoras a la voluntad del déspota.
Con este número animamos a la deserción y al desprecio de la «sociedad», animamos a generalizar pequeños actos que impliquen dejar de defenderla, al tiempo que posibiliten concebir nuevas comunidades o alimentar las ya existentes. Invitamos, siguiendo a Tiqqun, a continuar una doble tarea: la separación con el mundo de la comunidad alienada y la reanimación de la historia. Una senda que no es la búsqueda de la 'libertad', sino vivir en la libertad y acrecentar la libertad de la que ya disponemos. No empezamos de cero, somos herederos de luchas centenarias.
Aquí continúa una tarea ya empezada
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