ELECCIONES | EL PARTIDO ENNAHDHA VENCE CON UN DISCURSO IDENTITARIO.
En una situación económica que no ha cambiado tras la caída de Ben Ali, el domingo 23 de octubre el pueblo tunecino votó libremente después de 50 años.
Más de cien partidos, 1.600 listas electorales repartidas entre 33 circunscripciones, 11.000 candidatos para 217 escaños en la Asamblea Constituyente, que se encargará de elaborar una nueva Constitución en el plazo de un año y de donde emanará también un Gobierno provisional hasta que se fije la fecha de las futuras elecciones legislativas y presidenciales.
Después de 50 años sin ningún tipo de experiencia política, muchos tunecinos se encontraban perdidos ante una avalancha de propuestasy otros se debatían, principalmente, entre las cuatro o cinco principales opciones con las que los medios de comunicación les martilleaban desde hace semanas. Aun así, muchos de ellos se desplazaron en masa hasta los colegios electorales, algunos mucho antes de la hora de apertura, para escoger entre una de las distintas opciones, y en muchos colegios los votantes esperaron pacientemente durante horas y en colas kilométricas su oportunidad de votar. “Tengo 76 años y es la primera vez que voto”, nos dice Mohamed El Khemiri, que, después de cuatro horas haciendo cola con una paciencia pasmosa ante la escuela del barrio de Bourj el Ouzir, muestra orgulloso su dedo marcado por la tinta indeleble que identificará durante varios días a quienes se animaron a votar.
EL PARTIDO ISLAMISTA MODERADO ENNAHDHA HA GANADO LAS ELECCIONES Y SUPERARÍA EL 40% DE LOS VOTOS EN TÚNEZ
Más de 42.000 soldados y policías y varios miles de observadoresse encargaron de vigilar la normalidad de los comicios, durante los cuales se produjeron, según constataron los observadores, numerosas irregularidades que, aparentemente, fueron la causa del retraso de la publicación de los resultados definitivos.
Las irregularidades más importantes se referían, entre otras, a la compra de votos y a presiones sobre los electores para que votaran a uno u otro partido, irregularidades reconocidas también por la Instancia Superior Independiente para las Elecciones, que se encontraba estudiando los informes presentados por los observadores.
Ennahdha, gran vencedor
Más de un 75% de los inscritos (se inscribió un 54% de los tunecinos con derecho a voto) y un 15% de los no registrados ejerció su derecho, y los resultados [al cierre de esta edición todavía no se habían hecho públicos los datos definitivos] no arrojaron demasiadas sorpresas sobre el ganador de los comicios: el partido islamista moderado Ennahdha se alzó como vencedor, y según las estimaciones podría superar el 40% de los votos en Túnez, mientras que se confirmaba que había acaparado el 50% de los escaños reservados a los tunecinos que votan en el extranjero.
Queda por ver ahora los juegos de alianzas que en los próximos días se irán formando entre los distintos partidos, aunque, salvo sorpresas mayores, Ennahdha controlará, también mediante alianzas, la Asamblea Constituyente.
“LA CUESTIÓN ES QUE LA POLÍTICA ECONÓMICA, CON VELO O CON BARES QUE SIRVAN CERVEZA, SERÁ LA MISMA”, AFIRMA CHAMKHI
El partido islamista, fuertemente reprimido en los años ‘90 y cuyo líder, Rachid Ghannouchi, pasó 22 años en el exilio, se ganó al electorado conun discurso emocional más que político, haciendo un llamamiento a la identidad musulmana de los tunecinos y, sobre todo, con mucho trabajo sobre el terreno, principalmente en las zonas más deprimidas, donde muchos les acusan de haber comprado electorado con promesas o dinero. Queda por ver también si el discurso moderado mantenido por sus líderes de cara a la opinión pública se mantiene en la práctica de Gobiernoy respetan, entre otros, los derechos adquiridos por las mujeres.“Han jugado un doble y triple discurso, con demagogia pura, muy buena comunicación y una organización impresionante. Además, han jugado con la religiosidad, haciendo creer a la gente que es también una garantía contra la corrupción”, dice Hela Abdeljaouad, antiguo miembro de la Alta Instancia para la Realización de los Objetivos de la Revolución y expresidenta de la Asociación de Mujeres Demócratas.
Y mientras el liberal Partido Demócrata Progresista, considerado como el segundo en intención de voto antes de las elecciones, entraba en caída libre, y el Congreso por la República y el socialdemócrata Ettakatol se hacían virtualmente con el segundo y tercer puesto, una sorpresa desagradable surgía de los colegios electorales de Sidi Bouzid, la cuna de la revolución tunecina.
El Aridha Achabiyya, un partido dirigido por el populista Hachmi Hamdi y que no entraba en ninguna de las quinielas, arrasaba en la circunscripción en la que hace diez meses nacía la revolución que acabó con Ben Ali, y obtenía escaños en otras regiones y en el extranjero. Hamdi fue, además, un gran amigo del dictador en los últimos años, y ha infringido la ley electoral utilizando su cadena televisiva para hacer campaña.
El día después
Las elecciones del 23 de octubre abren en cualquier caso una segunda etapa en el Túnez posterior a Ben Ali, en el que de momento está muy presente el debate sobre laicidad e islamismo, pero no sólo.
“Intentan imponernos ese debate, pero no es ésa la cuestión. No estamos en una situación del tipo iraní. La cuestión es que la política económica, con velo o con bares que sirvan cerveza, será la misma”, afirma Fathi Chamkhi, presidente de Raid-Attac-Cadtm. De hecho, el nuevo Gobierno deberá hacer frente a la principal fuente de preocupación de los tunecinos: una situación económica y social que fue el chispazo que prendió la revolución pero que no ha mejorado tras ella.
El paro afecta ya a 700.000 personas, un 19% de la población activa, ymiles de tunecinos siguen percibiendo un salario de 250 dinares(125 euros) mensuales.
“Las elecciones como herramienta democrática han sido una victoria de la revolución. Tengo 56 años y no esperaba poder votar en la vida, así es que esto ha sido un regalo. Otra cosa es el resultado de estas elecciones, y ese resultado es contrarrevolucionario porque la mayoría de los partidos en liza está de acuerdo en mantener la política económica y social de Ben Ali, y que el país siga colonizado por acuerdos económicos, deuda externa y el capitalismo internacional”, sostiene.
Hoy los tunecinos se preocupan también por la ruptura con el antiguo régimen y por la corrupción endémica o la independencia de la justicia, cuestiones a las que el Gobierno provisional actual no ha dado una respuesta satisfactoria.
Según el abogado Ridha Reddaoui, “el Gobierno de transición no ha resuelto muchos problemas y el nuevo Ejecutivo debe encargarse de eso. Todavía vamos a sufrir para que esta democracia obtenga resultados, todo lo que se ha conseguido hasta ahora no es suficiente. Hay que debatir sobre los verdaderos problemas de la sociedad y no falsearlo al debatir sobre el problema identitario. El nuevo Gobierno debería repasar los eslóganes de la revolución del 14 de enero y ponerse a trabajar”.
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