El Punto Vicenc
La atávica querencia española hacia la conspiración ha vuelto a ponerse de manifiesto con motivo de un premio bastante absurdo, el Balón de Oro con el que la FIFA y la revista France Football premian al mejor jugador del año. En este caso a Messi por delante de Iniesta y Xavi. Obviamente una demostración de que el mundo está en contra de España… ¡y Francia todavía más!, según se deduce de una lectura sosegada del Marca, periódico que Pedro J. Ramírez y Unidad Editorial han convertido en mural reivindicativo de sus pasionales causas, eligiendo para el timón al ex director de El Mundo en Baleares, Eduardo Inda, un personaje singular, dejémoslo ahí.
En la política nacional, por desgracia, no hay nada igual. La Asociación de Periodistas Parlamentarios sí concede sus premios anuales, aunque carecen del fuste necesario. Recientemente eligieron a Rubalcaba (“hay un hombre en España que lo hace todo”) como mejor orador del año.
Sin embargo, el Balón de Oro 2010 en el ámbito político debería recaer en Mariano Rajoy Brey. Y si no el balón, al menos el puro. Es verdad que carece del ingenio de Messi, de la talentosa templanza de Iniesta y de la visión de juego de Xavi, pero acumula a granel un valor determinante: la resistencia.
Rajoy, tal vez sin proponérselo, se ha apropiado del pragmático lema del ex presidente chino Deng Xiaoping: “no importa de que color sea el gato con tal de que cace ratones”. Rajoy no es un gato especialmente hermoso, ni tiene un pelaje sedoso, ni maúlla demasiado bien. Pero tampoco tiene 7 vidas: tiene muchas más. Sin un estilo definido (primero hooliganismo parlamentario, más tarde pactismo, luego indefinición y silencio) ha ido vendando lesiones sin curar, ha puesto el queso en la trampa para roedores, y se ha sentado a esperar, fumándose un puro en su despacho.
Columna publicada en el cuarto número de la revista NOTON
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Columnas anteriores
- Mis concejalas tienen los glúteos duros
- Zapatero en el Boxeo
01/03/2011
La atávica querencia española hacia la conspiración ha vuelto a ponerse de manifiesto con motivo de un premio bastante absurdo, el Balón de Oro con el que la FIFA y la revista France Football premian al mejor jugador del año. En este caso a Messi por delante de Iniesta y Xavi. Obviamente una demostración de que el mundo está en contra de España… ¡y Francia todavía más!, según se deduce de una lectura sosegada del Marca, periódico que Pedro J. Ramírez y Unidad Editorial han convertido en mural reivindicativo de sus pasionales causas, eligiendo para el timón al ex director de El Mundo en Baleares, Eduardo Inda, un personaje singular, dejémoslo ahí.
En la política nacional, por desgracia, no hay nada igual. La Asociación de Periodistas Parlamentarios sí concede sus premios anuales, aunque carecen del fuste necesario. Recientemente eligieron a Rubalcaba (“hay un hombre en España que lo hace todo”) como mejor orador del año.
Sin embargo, el Balón de Oro 2010 en el ámbito político debería recaer en Mariano Rajoy Brey. Y si no el balón, al menos el puro. Es verdad que carece del ingenio de Messi, de la talentosa templanza de Iniesta y de la visión de juego de Xavi, pero acumula a granel un valor determinante: la resistencia.
Rajoy, tal vez sin proponérselo, se ha apropiado del pragmático lema del ex presidente chino Deng Xiaoping: “no importa de que color sea el gato con tal de que cace ratones”. Rajoy no es un gato especialmente hermoso, ni tiene un pelaje sedoso, ni maúlla demasiado bien. Pero tampoco tiene 7 vidas: tiene muchas más. Sin un estilo definido (primero hooliganismo parlamentario, más tarde pactismo, luego indefinición y silencio) ha ido vendando lesiones sin curar, ha puesto el queso en la trampa para roedores, y se ha sentado a esperar, fumándose un puro en su despacho.
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