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La crisis de la socialdemocracia en Europa

Extracto del artículo de Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 18 de junio de 2010.
ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ


La socialdemocracia en Europa está inmersa en una profunda crisis. Pasó de gobernar en la mayoría de países en la Unión Europea a estar en una minoría muy pequeña. Su crisis se refleja, no sólo en derrotas electorales, sino también en descensos muy marcados de sus afiliados: todos los mayores partidos socialdemócratas europeos han experimentado un enorme descenso de los miembros en tales partidos. Una de las explicaciones que han dado los dirigentes de tales partidos de este descenso (además de la supuesta falta de comunicación –argumento siempre utilizado por tales dirigentes-) es el éxito de sus políticas. Se asume que el gran bienestar que la socialdemocracia ha traído a Europa ha transformado sus bases electorales -la clase trabajadora- en clases medias, que se han ido haciendo más conservadoras. Algunos de estos dirigentes llegan incluso a postular que las clases trabajadoras están desapareciendo, sustituidas por las clases medias, que se han convertido en los sectores sociales a los cuales tales partidos orientan sus ofertas electorales. En realidad, muchos de estos partidos han abandonado una narrativa que incluya el concepto de clase social en su discurso, excepto en su referencia a las siempre presentes clases medias, y dentro de una estructura social que se redefine, limitándose a hablar de ricos, clase media y pobres, o clase alta, media y baja.
Este argumento ignora, sin embargo, varios hechos. Uno de ellos es que en la mayoría de países de la UE hay más personas que se definen como pertenecientes a la clase trabajadora que a la clase media, siendo en los países nórdicos escandinavos (que tienen el mayor nivel de riqueza de Europa) donde tales porcentajes son mayores. A mayor cultura socialdemócrata en un país (tal como ocurre en la mayoría de los países escandinavos), mayor es la propensión de la población a definirse como miembro de la clase trabajadora. Y, por el contrario, a mayor cultura conservadora y/o liberal en un país, mayor es la percepción de que las clases han perdido su valor definitorio, considerándose a la clase media como la clase mayoritaria por antonomasia en aquel país. El caso de EEUU y del Sur de Europa son ejemplos de ello. Las causas del declive de la socialdemocracia no pueden atribuirse, pues, a su éxito, o a cambios de la estructura social de sus países. Hay que buscar las causas en otras áreas y territorios de análisis, incluyendo los cambios muy sustanciales que han seguido en su cultura política y en el desarrollo de sus políticas públicas.

EL CASO DE LA SOCIALDEMOCRACIA ESPAÑOLA
La socialdemocracia española siguió políticas de clara tradición socialdemócrata en el periodo 1982-1993, facilitadas por la presión popular y por los partidos a su izquierda. La agitación social a finales de la década de los años ochenta jugó también un papel clave en la expansión del gasto público social por habitante, corrigiendo, en parte, el enorme déficit de gasto público social entre España y el promedio de la UE-15. España había sido, en 1982, cuando comenzó el periodo socialdemócrata, el país con un estado del bienestar menos desarrollado de la UE.
Ahora bien, en 1993 (cuando el déficit de gasto público social había ya sido reducido a la mitad) hubo un cambio político muy importante, con consecuencias en las políticas públicas, tanto económicas como sociales. El PSOE perdió la mayoría en Las Cortes y se alió con la derecha catalana, CIU, desarrollando políticas neoliberales (que supuso un espectacular descenso del gasto público social por habitante), políticas que fueron continuadas por el gobierno Aznar hasta 2004. La alianza del PSOE con CIU inauguró una estrategia que incluía la marginación de las izquierdas, tanto dentro del PSOE como fuera, lo cual creó una reacción entre sus bases, de protesta en contra de la dirección, que llevó a la elección del candidato a la Presidencia por parte del PSOE, de Josep Borrell, que era de clara orientación keynesiana y que creó enormes resistencias tanto dentro como fuera del aparato del partido. Tal resistencia llevó a su dimisión y sustitución y más tarde a la derrota del PSOE, configurándose posteriormente tres sensibilidades distintas dentro del PSOE. Una, la del aparato de partido, que apoyó al candidato conservador, José Bono; otra de sensibilidad keynesiana liderada por Matilde Fernández; y otra que en teoría era la de compromiso por José Luis Rodríguez Zapatero, y que ganó debido al apoyo de la izquierda. José Luis Rodríguez Zapatero ganó y, con la excepción de Cristina Narbona, excluyó completamente a la izquierda de su gobierno, nombrando a Solbes (que había iniciado las políticas neoliberales en 1993 y había sido el guardián de la ortodoxia liberal en la Comisión Europea) y a un equipo ultraliberal dirigido por David Taguas (procedente de la Banca y que había propuesto, antes de integrarse en La Moncloa, la total privatización de la Seguridad Social, tal como había hecho el General Pinochet en Chile) (ver “La Seguridad Social es viable. Réplica a David Taguas” en mi blog www.vnavarro.org 24.02.10), como director de su equipo económico. Estos nombramientos tenían como objetivo tranquilizar a la Banca (que es el poder fáctico más importante en España), nombrando como gobernador del Banco de España a otro ultraliberal, Miguel Fernández Ordóñez. La dimensión socialdemócrata del PSOE apareció claramente en las áreas sociales, que estuvieron limitadas, sin embargo, en sus iniciativas (algunas de claro corte socialdemócrata, como la Ley de Dependencia) por una austeridad de gasto público. El Sr. Solbes había manifestado que la política durante el periodo 2004-2008 de la cual él estaba más orgulloso fue la de no haber aumentado el gasto público, dicho y hecho en el país de la UE que tiene un gasto público (incluyendo el social) más bajo de la UE-15. Su alianza en 2004 con partidos a su izquierda, IU-ICV-EA, ERC y BNG, forzó, sin embargo, una mayor sensibilidad social, que se tradujo en una reducción del enorme déficit de gasto público social que España tiene con la UE-15.
En su segundo mandato, iniciado en 2008, el gobierno Zapatero viró a la derecha, buscando el apoyo de la derecha nacionalista catalana, siempre afín al equipo económico del gobierno, que continuó siendo neoliberal. Tal equipo ha desarrollado una respuesta a la crisis actual que reduce sustancialmente los derechos laborales y sociales en el país, causa de una protesta que ha llevado a la convocatoria de una huelga general. De continuar estas políticas, la socialdemocracia española sufrirá un declive electoral profundo, tal como ha ocurrido a la mayoría de partidos socioliberales en la UE.
LA NECESIDAD DE UNA INEXISTENTE AUTOCRÍTICA POR PARTE DE MUCHOS PARTIDOS SOCIALDEMÓCRATAS EUROPEOS
El éxito de la socialdemocracia en Europa fue su identificación con el establecimiento del estado del bienestar (basado en la universalización de los derechos sociales y laborales, financiado con unas políticas fiscales progresistas), y un aumento de la capacidad adquisitiva de la población, mediante un incremento de las rentas del trabajo como motor de políticas expansivas de carácter keynesiano, que exigían un intervencionismo público no sólo en gasto, sino también en la regulación (y/o la nacionalización) de actividades claves para el quehacer económico, a fin de garantizar la existencia y accesibilidad de recursos básicos (tales como el crédito). La época dorada del capitalismo (1900-1980) se basó en estas políticas, que fueron y continúan siendo enormemente populares, no sólo entre las bases tradicionales de tales partidos –la clase trabajadora-, sino en otros sectores de las clases populares (incluyendo la clase media). Esta alianza de clases –clase trabajadora con clase media- fue central en el desarrollo del estado del bienestar. Éste tenía que ser de elevada calidad para responder a las expectativas de la clase media, lo que requería una carga fiscal elevada mediante una fiscalidad progresiva, cuyo objetivo era (además de conseguir fondos para el estado) la corrección de las desigualdades sociales. El declive de la socialdemocracia se ha basado primordialmente en el distanciamiento y/o renuncia de muchos partidos socialdemócratas de estas políticas. Es a partir de los años setenta y ochenta, que gran número de tales partidos fueron apartándose de tales políticas, adaptándose a los principios del neoliberalismo, que se convirtió en la ideología dominante en la construcción de la Unión Europea.
El argumento más utilizado por aquellos partidos políticos, en justificación de su abandono de las políticas socialdemócratas, fue que la globalización imposibilitaba el desarrollo de tales políticas. Anthony Giddens, entre otros, repitió esta argumentación en todos sus trabajos. Tal globalización –se nos decía- hacía imposible la continuación de aquellas políticas socialdemócratas. El keynesianismo, por ejemplo, era ya imposible. Los estados perdían poder frente a la globalización y no podían seguirse políticas expansivas. Este argumento, que encontró grandes cajas de resonancia en los medios próximos al capital financiero y al mundo empresarial, ignoraba que los países donde la tradición socialdemócrata estaba más desarrollada eran los países escandinavos, países profundamente globalizados, pues al ser pequeños, la suma de sus importaciones y exportaciones representaba el porcentaje del PIB más alto de la UE. Los datos mostraban que un país podía estar muy globalizado y, a la vez, continuar desarrollando políticas socialdemócratas.

Comentarios

  1. José Juan del Valle Ramírez.18/6/10, 20:18

    La socialdemocracia ha dejado de ser útil al sistema capitalista.

    El auge de la socialdemocracia moderna surgida a finales de la segunda guerra mundial contó con el apoyo de la burguesía que veía en los partidos comunistas una amenaza que podría provocar pérdidas mayores si una gran revolución se produjese en Europa. Fue la época del pacto entre sociedad-Estado-Mercado personalizado en las figuras de Keynes y Bedberige. Este pacto aseguraba cierto control económico al estado sobre salarios y precios y además potenciar un considerable gasto público que permitiera la creación del sistema público de Servicios Sociales o lo que se ha venido en llamar Sistema de Bienestar Social, que en el fondo no es más que la forma en que el sistema se garantiza un elevado nivel de consumo que a la vez fomente un alto nivel de producción y beneficios. Una vez desmoronada la Unión Soviética y despejada la amenaza comunista el capitalismo vuelve a estado natural que no es otro que el de acaparar y acumular el máximo de poder y de beneficios. La situación actual es de involución histórica, asistimos a un momento de retroceso, de pérdidas de conquistas sociales y laborales que han costado un siglo de lucha obrera. Los partidos socialdemócratas han sido muy útiles en todo el proceso, en un principio sirvió como legitimador de que existía otra izquierda que podía hacer compatible sociedad y mercado con la mediación del Estado y ahora, desde hace ya año s (el desmantelamiento del sistema de bienestar comenzó en los 70) se acelera el proceso y la socialdemocracia será la encargada de hacer el trabajo sucio al capital. Pero la voracidad del capital no tiene límites y ya no les necesita porque puede hacerlo sin ninguna oposición. La recuperación socialdemócrata vendrá cuando el capital se vea amenazado por la presión social. En cualquier caso y visto los resultados electorales de las últimas elecciones europeas, el viejo continente se encamina hacia políticas de corte residual parecido al sistema público estadounidense, cada vez más son las voces que se alzan cuestionando la sostenibilidad de los servicios públicos en materia sanitaria, educativa y pensiones y se plantean propuestas encaminadas a la privatización y/o el copago. Aunque este proceso ya se había iniciado de manera camuflada con las subvenciones a centros privados y concertados donde el sector privado saca tajada de las necesidades sociales, ahora ya se plantea de manera directa y la previsión es que se produzca un elevado número de personas en situación de pobreza y exclusión social, con dificultades de acceso a los servicios públicos de protección social y un aumento de la precariedad laboral.

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  2. Buen análisis Jimy.

    La socialdemocracia desde la caída del muro se hizo social - liberal, participando de la ideología única del capitalismo. Socialistas y conservadores defienden el mismo sistema económico, como estamos viendo en las reformas impulsadas por Zapatero, haciendo creer a la población que sólo un tipo de economía - el capitalismo - es posible. Es decir, en la práctica no tenemos libertad política y vivimos condenados a vivir en la dictadura de los mercados.

    Un saludo.

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