Desde la distancia la política española puede únicamente vivirse con una mezcla de desapego, indiferencia y hastío, vistos el nivel de la clase política nacional y los monotemas a que dedican su bien remunerado tiempo.
Escribir este texto no es tarea sencilla, para ello uno debe vencer primero la profunda pereza que inspiran tanto el personaje en cuestión como la situación. Pero la necesidad, quizás notarial, de dejar constancia de algo - más allá de las mentiras oficiales y la propaganda -, o quizás un mínimo impulso de decoro y vergüenza, han hecho que siente mi trasero en una silla de plástico y en esta tórrida noche de verano norafricano comience a escribir.
Comencemos. Para fingir sorpresa en torno al fracaso de las negociaciones entre UP y el PSOE, hay que remontarse a la patética entrevista que Jordi Évole realizó a Pedro Sánchez en diciembre de 2014 tras haber sido “expulsado” Sánchez de su partido por, supuestamente, haber intentado negociar con Podemos y los nacionalistas. Desde entonces empezó a fraguarse un relato donde se dibujaba al joven y apuesto líder socialista como alguien que se enfrentaba a las élites de su partido y de España. Un “rebelde” enfrentado a poderes enemigos del progreso, quienes desde la sombra habían elegido a Susana Díaz como digna heredera de la secretaría general socialistas.
Pero todo esto era un bluf, Pedro Sánchez, cuya primera pulsión presidencial fue inventar un pacto con Rivera, nunca quiso en realidad enfrentarse a los poderes fácticos, aquellos que, sin corbata, ni cargo, denunció en la mentada entrevista. Simplemente, su ausencia de liderazgo le hizo perder la confianza de los barones y las élites. Y él, ansioso de poder, siguió la corriente a una izquierda huérfana que lo levantaba a hombros sin pararse muy bien a mirar a con quién demonios cargaban. Y fueron eso, los huérfanos, quienes lo llevaron a dónde hoy está: la perpetua presidencia interina.
Sánchez es el claro ejemplo del trilero, que ha sabido mover bien los pequeños barriles para llevarse la moneda de plata. Hasta hoy todo le ha favorecido, especialmente la vía personalista del desgastado líder de Podemos. La última jugada la podemos definir como brillante: fingir unas negociaciones con la izquierda para encallarlas deliberadamente y volver al punto de inicio del PSOE post 15M, es decir, tratar de gobernar con la derecha. ¿Se mantendrá el trilero Sánchez en el poder con el apoyo activo o pasivo de Cs o PP? Nadie lo sabe, lo único que podemos constatar es que Sánchez ha cerrado el ciclo de cambio iniciado el 15M y que el trilero nos ha llevado de nuevo a dónde nos quería ZP: rendidos a la banca.
Escribir este texto no es tarea sencilla, para ello uno debe vencer primero la profunda pereza que inspiran tanto el personaje en cuestión como la situación. Pero la necesidad, quizás notarial, de dejar constancia de algo - más allá de las mentiras oficiales y la propaganda -, o quizás un mínimo impulso de decoro y vergüenza, han hecho que siente mi trasero en una silla de plástico y en esta tórrida noche de verano norafricano comience a escribir.
Comencemos. Para fingir sorpresa en torno al fracaso de las negociaciones entre UP y el PSOE, hay que remontarse a la patética entrevista que Jordi Évole realizó a Pedro Sánchez en diciembre de 2014 tras haber sido “expulsado” Sánchez de su partido por, supuestamente, haber intentado negociar con Podemos y los nacionalistas. Desde entonces empezó a fraguarse un relato donde se dibujaba al joven y apuesto líder socialista como alguien que se enfrentaba a las élites de su partido y de España. Un “rebelde” enfrentado a poderes enemigos del progreso, quienes desde la sombra habían elegido a Susana Díaz como digna heredera de la secretaría general socialistas.
Pero todo esto era un bluf, Pedro Sánchez, cuya primera pulsión presidencial fue inventar un pacto con Rivera, nunca quiso en realidad enfrentarse a los poderes fácticos, aquellos que, sin corbata, ni cargo, denunció en la mentada entrevista. Simplemente, su ausencia de liderazgo le hizo perder la confianza de los barones y las élites. Y él, ansioso de poder, siguió la corriente a una izquierda huérfana que lo levantaba a hombros sin pararse muy bien a mirar a con quién demonios cargaban. Y fueron eso, los huérfanos, quienes lo llevaron a dónde hoy está: la perpetua presidencia interina.
Pero todo esto era un bluf, Pedro Sánchez, cuya primera pulsión presidencial fue inventar un pacto con Rivera, nunca quiso en realidad enfrentarse a los poderes fácticosHasta ahora Pedro ha tenido suerte: el cabreo de las bases con la gerontocracia de su partido le dio la secretaría general, la corrupción del gobierno de Rajoy su primer mandato y el miedo a Vox su victoria electoral. Si nos detenemos vemos que hasta ahora Sánchez ha sido siempre bendecido por circunstancias ajenas a él, pero como figura política a parte de luchar por sus INTERESES PERSONALES, a aportada casi nada. Le propongo una prueba, intente recordar un discurso, una idea o un proyecto de Sánchez... ¿se le viene algo a la mente?
Sánchez es el claro ejemplo del trilero, que ha sabido mover bien los pequeños barriles para llevarse la moneda de plata. Hasta hoy todo le ha favorecido, especialmente la vía personalista del desgastado líder de Podemos. La última jugada la podemos definir como brillante: fingir unas negociaciones con la izquierda para encallarlas deliberadamente y volver al punto de inicio del PSOE post 15M, es decir, tratar de gobernar con la derecha. ¿Se mantendrá el trilero Sánchez en el poder con el apoyo activo o pasivo de Cs o PP? Nadie lo sabe, lo único que podemos constatar es que Sánchez ha cerrado el ciclo de cambio iniciado el 15M y que el trilero nos ha llevado de nuevo a dónde nos quería ZP: rendidos a la banca.
MOHAMED DAHOU para NOTON
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