Nota preliminar:
Debido al linchamiento que desde ciertos sectores reaccionarios se ha
promovido contra la artista es obligado mostrar mi más completa
solidaridad y afecto hacia ella. A partir de aquí empecemos a
hablar de lo importante: el estado actual del arte y dejar a María
en paz.
Antes
de empezar es importante definir el campo desde el cuál se va
escribir este artículo, y éste parte de la tensión inmanente dentro del arte al
haber realizado el programa de vanguardias sólo a medias: se
consiguió la autonomía del arte, pero no su superación. Durante el
siglo XX el arte luchó por separarse de la tiranía académica y
liberar al espíritu humano de todo prejuicio o norma. El primer paso
fue generar un espacio de autonomía que debía ser una etapa hacia el posterior diluir del mundo de la separación – el mundo de los
especialistas – y concluir en la superación del arte; momento en
el cual la creatividad humana estaría generalizada y las diferencias espectador-creador serían meramente coyunturales, pues ambos roles nos
pertenecerían a todos. Sin embargo esto jamás ocurrió.
En seguida, el
capital vio con buenos ojos la autonomía del arte y la fomentó,
viendo en esta situación un modo de generar nuevos valores
especulativos, pero no se permitió lo segundo pues amenazaba la transformación del potencial artístico en mercancía. Como resultado se
llegó a una nueva academia basada no ya en las antiguas normas, sino
en la idea del "arte por el arte" y así los medios de las antiguas
vanguardias son ahora los medios de la nueva clase hegemónica en el mundo de la cultura.
Teniendo
esto presente podemos comprender que la disputa entre detractores del
cartel de Cañas y defensores ha sido una suerte de pelea entre los
restos de la antigua manufactora artística con los actuales
propietarios de la cultura. En realidad el trabajo de Cañas se
enmarca perfectamente en los valores dominantes en el mundo cultural
occidental, si ‘aquí’ parece lo contrario es sólo por el atraso
en que nos encontramos en el Valle del Guadalquivir y por extensión
en el resto de la península. Empecemos.
PRIMERA PARTE
QUERIDOS
TROGLODITAS, EL APROPIACIONISMO NO ES ROBO
Hace tiempo que las
técnicas de reproducción y difusión de la imagen pusieron en
crisis el modo de producción artístico preindustrial, puesto que
éste era incapaz de satisfacer la nueva demanda generada por una
económica que caminaba hacia la globalización. Por desgracia en
España – y sobre todo en Andalucía –, dada nuestra posición
marginal dentro del desarrollo económico-cultural europeo y sobre
todo dados nuestros sistemas de formación anclados en el pasado, existe
un desfase entre la concepción del arte de los artistas más
avanzados – incluyo aquí a María Cañas – y la opinión del
público y también de creadores más cercanos a la producción
tradicional. Entonces, con estos mimbres se ha juzgado el cartel de
María sin entender muy bien los últimos ochenta años de la
historia del arte. Aquí el entendimiento era imposible
ontológicamente dado que el concepto de arte manejado por Cañas: el
arte como un flujo de creatividad humana intemporal donde la obra
artística es una mera manifestación momentáneas de un espíritu
creativo universal, le era desconocido a quienes en nombre del AUTOR
le lanzaban piedras.
Desde esta
perspectiva lo que se ha manifestado no es un ataque a la persona de
Cañas, sino la manifestación de un malestar general con el arte
moderno y sus actuales representantes - una suerte de ajuste de cuentas -. Cuando María Cañas toma una
imagen encontrada y la usa directamente se sitúa en el espíritu de
la época – y a favor del mismo para lo mejor y lo peor –. Reciclar imágenes forma parte
de la cultura del meme y del narcisismo de Instagram, el aporte de la
artista es dotar a ese juego de una intención estética, pero su
técnica es algo común hoy y representa un acto que ocurre
miles de veces al día en las redes sociales. Dentro de la Sociedad
del Espectácula el reciclado de imágenes y de discursos en un modus
operandis. En términos generales, el reciclado de imágenes se sitúa del lado del poder principalmente,
aunque también es usada por la disidencia. En todas partes vemos como periódicos
pro sistema manipulan o tergiversan imágenes al mismo tiempo que
quienes conspiran contra el gobierno también lo hacen. Conclusión, el
apropiacionismo es pan nuestro de cada día.
Por otra parte el
apropiacionismo, aunque desgastado ya – sí, es viejo – sigue
siendo un medio para desafiar el monopolio de la imagen ejercido
desde el poder y devenir apropiacionistas es un modo de salir del rol
de espectadores al que hemos sido condenados.
En el momento actual, cuando toda la cultura occidental está siendo falsificada en aras de
ser transformada en fetiche mercantil – lo que importa no es la
torre de Pisa sino la foto delante de ella –, acusar a Cañas de
robo es pueril. Al tomar una imagen de Internet situó a la red en el
lugar que antes tenía la naturaleza, un espacio donde el artista
puede tomar lo que quiera para inspirarse, este acto es en un primer
momento libertador… pero sólo a medias: refuerza la virtualización del mundo. Vamos a explicar por qué.
SEGUNDA PARTE
LA AUTONOMÍA DEL
ARTE ES - HOY -CONTRARIA A LA SUPERACIÓN DEL ARTE
Si bien la crítica
de los defensores de las viejas formas – que es la que más
virulentamente se ha manifestado en las redes - tiene poco que hacer
frente a quienes en virtud de la ‘autonomía del arte’ se han
posicionado junto a Cañas, la situación generada ha sacado a la luz
un hecho: si casi toda la esfera del arte se ha posicionado en la
defensa de María Cañas y su discurso es porque el
apropiacinismo como medio está bien ubicado en la actual
academia; o entras palabras, el apropiacionismo forma parte de las
herramientas de la hegemonía actual. Además, la distancia entre
esta élite cultural y prácticamente cualquiera que no pertenezca a
ella ha puesto de manifiesto otro hecho de interés: que el arte
actual es algo completamente ajeno al común de los mortales.
¿Qué ocurre?
Lo que presenciamos es sólo un síntoma del proyecto inconcluso que en su día fueron
las vanguardias. Al arte se le permitió hacer todo siempre y cuando se
alejara de la vida cotidiana - la consecuencia es el choque de pareceres antes relatado -. Así como durante largo tiempo los
tiranos permitieron que los filósofos criticaran al poder desde - y
sólo dentro de - sus torres de marfil, las herramientas estéticas
que pudieran haber servido para defendernos del aluvión
espectacular en que nos vemos inmersos en esta "sucesión de imágenes sin
experiencia”, quedaron atrapadas en la esfera del arte, alejadas
del mundo real donde su uso masivo no espectacular podría haber
detenido del monólogo del poder - ahora se usan, pero para amplificar su mensaje -.
De este modo, el hecho
de que la gente no entienda la obra de Cañas hay que verlo como consecuencia del
aislamiento del arte, de su propio soliloquio y de un culto a su
autonomía promovido por las pequeñas élites que lo dirigen para su
beneficio propio.
Aquí el nudo
gordiano es el que sigue: se pretende un uso libre de las imágenes y
la supresión de la autoría de las mismas, pero sin disolver el aura
del creador. En otras palabras, la revolución hecha a medias elimina
el concepto de obra original mientras mantiene la idea de firma de
autor. ¿No hay una flagrante contradicción en todo esto?
En mi opinión la
falsificación aquí estriba en pretender la autonomía del arte sin
tocar su liberación de la tiranía de la mercancía, algo
responsabilidad del arte actual en conjunto – no de Cañas – . Es
cierto que la cultura es un palimpsesto infinito, pero un palimpsesto
atrapado en las relaciones económicas y su realización sólo es
posible en la supresión del modo de producción actual. Mientras
tanto toda llamada a la autonomía del arte serán cantos de sirena.
Carlos de Castro - septiembre de 2017
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