ESTEBAN DE MANUEL | Vivimos en ciudades en un mundo globalizado, con una economía cada vez más deslocalizada. Nuestras ciudades se han expandido y difuminado por el territorio y tienen una huella ecológica descomunal. La de la Sevilla metropolitana es la mitad de Andalucía. Hemos pasado de tener ciudades mediterráneas, compactas y complejas, a tener ciudades rápidas, de hamburguesas, anglosajonas, de urbanizaciones, polígonos, y centros comerciales con burguer símbolos.
Nuestros barrios actuales son dependientes y muy vulnerables ante la crisis económica, social y energética. En ellos se ceba el paro urbano. En las últimas décadas los barrios han sido sustituidos por conjuntos residenciales y urbanizaciones, dónde prima el espacio individual sobre el colectivo. Son dependientes de la movilidad en vehículo motorizado privado para ir a trabajar, comprar, acceder a los servicios y la cultura, para el ocio. Forman parte de una ciudad difusa, segregada funcional y socialmente. La carencia de espacios de encuentro y la cultura individualista han debilitado a la civitas y apenas deja espacio para la polis.
Tenemos cientos de barrios en Andalucía en los que la población envejece al tiempo que sus edificios, que entran en círculos viciosos de deterioro físico, económico y social, muchos de ellos catalogados como vulnerables por susindicadores socioeconómicos, enormemente consumidores de una energía y unos recursos que se generan lejos de ellos, muy dependientes para relacionarse con el resto de la ciudad de un vehículo privado que se mueve con una energía crecientemente más cara, responsables en gran proporción del cambio climático por las emisiones de CO2 que emiten directa o indirectamente sus sistemas de iluminación y climatización así como los motores que precisan los vecinos para moverse.
Sin embargo el barrio es la unidad organizativa, espacial, económica e identitaria y como tal tiene un gran potencial para ser el lugar idóneo desde el que comenzar a fundar los cimientos de una nueva civitas, una nueva polis y una nueva urbs, más sostenible.
Un ecobarrio es un barrio en proceso de transformación hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental. Es ante todo un barrio, no una ciudad dormitorio o una urbanización. Esto quiere decir que tiene todas las funciones que tiene una ciudad: productivas, comerciales, equipamientos y servicios, espacios públicos de calidad y de vivienda, por supuesto. Es un barrio vivo, con población mezclada, con identidad, cohesionado y organizado, que toma las riendas de la gestión de su presente y su futuro.
No nos podemos permitir mantener los barrios que tenemos en plena crisis de carestía de energía y recursos, no nos podemos permitir tener barrios vulnerables y en exclusión que son auténticas bombas de relojería
Necesitamos iniciar con urgencia, con inteligencia y creatividad, emprender el camino hacia unos barrios más sostenibles.
La transición de nuestras urbanizaciones, polígonos y barrios actuales hacia unos barrios más sostenibles es un proceso que puede iniciarse hoy mismo, con la voluntad de sus vecinos y su capacidad de autogestión. Implicará cambios en las tres dimensiones del barrio: la configuración física (URBS), la socio-económica y cultural (CIVITAS), y la organizativa (POLIS). Propongo aquí unos criterios de transformación para cada una de ellas.
La transformación física del barrio debe atender a:
•Re-conectar: Accesibilidad y movilidad sostenible con
redes de transporte público, carril bici, sendas peatonales
• Incrementar la densidad, variedad y mezcla de usos,
•Re-organización del espacio público: supermanzanas con prioridad peatonal en su interior
• Diseño bioclimático del espacio público: Re-arborizar
• Recuperación y reciclaje: de aguas, de residuos
• Autosuficiencia energética: autoproducción sostenible de electricidad y de agua caliente
• Rehabilitación: mejora de la habitabilidad, accesibilidad, servicios comunitarios y la eficiencia energética
. Recuperar la conexión campo-ciudad potenciando la agricultura de proximidad para conseguir la soberanía alimentaria
La transformación socioeconómica debe procurar:
• La Mezcla social: generacional, de renta, cultural
• Una cultura cooperativa y comunitaria: tejer redes sociales
• Desarrollo local fomentando la autoproducción y autoconsumo: talleres, comercio y oficinas de barrio, mercados de proximidad, huertos urbanos
• Ahorro, eficiencia, reciclaje, reutilización
• Identidad: reforzar símbolos e identidades positivas. Romper estigmas si los hay
• Cultura de barrio
La transformación política se apoya en la implementación de una democracia participativa:
• Fomento de la ultura organizativa: comunidades de vecinos, asociaciones
• Fomento de la participación ciudadana: presupuestos participativos, consejos sociales, asambleas de barrio, ayuntamientos de barrio.
Las tres dimensiones interactúan entre sí de modo que un cambio en una de ellas es motor de cambio en las otras. ¿Por dónde empezamos? Sin duda, hoy más que nunca, por crear ciudadanía crítica, consciente, activa, auto-organizada, que tome las riendas de su barrio. Los cambios no van a venir hoy desde arriba, desde los gobiernos, tenemos que provocarlos desde abajo, desde la ciudadanía. El cambio ya ha empezado. Hay brotes verdes por todas partes. Tenemos que extender las redes internacionales de ciudades en transición, ecoaldeas, ecobarrios. Es el camino.
05/10/12 · Esteban de Manuel es profesor en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla y Portavoz de EQUO Sevilla
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