El texto que sigue es una transcripción de fragmentos del libro Guy Debord, de Anselm Jappe.
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Al la izquierda Guy Debord, a la derecha Jean Baudrillard |
(...) Una referencia más directa a la teoría situacionista se encuentra en la teoría del simulacro, que niega explícitamente toda posibilidad de distinguir lo verdadero de lo falso y, con ello, la existencia de algo auténtico que pueda ser falsificado. En particular; el análisis que hace Baudrillard -evidentemente influido por Debord, y que por otra parte fue asistente de H. Lefebvre- acepta la caracterización de la sociedad existente como "espectáculo". Pero Baudrillard separa este concepto de su base material y lo convierte en un sistema "autorreferencial", en el cual los signos ya no son un disfraz de la realidad sino que son efectivamente la realidad misma. Así pues, Baudrillard se alegra de no tener que ocuparse ya de la fastidiosa "verdad", ya que ésta no está oculta sino que simplemente no existe. Para él, el intercambio de los signos ha ocupado todo el espacio social. Por consiguiente, no puede existir ninguna resistencia, ya que ésta debería referirse a conceptos como contenido, significado o sujeto, que según Baudrillard se han convertido ellos mismos en signos. Es curioso observar cómo Baudrillard adopta ciertos conceptos de Debord, y radicalizándolos aparentemente, los convierte en su contrario (1). Esta teoría, por muy crítica que se presente, no hace más que soñar con un espectáculo perfecto que se hubiera desembarazado de su base material -cabe decir: de un consumo que se hubiera desembarazado de la producción- y que nada tuviera ya que temer de las contradicciones inherentes a ésta. Interpretado así, el término "sociedad del espectáculo" se ha convertido en una expresión corriente en la jerga periodística que podemos escuchar todos los días: posibilidad ésta que Debord mismo había ya previsto.
Es un gran error querer relacionar a Debord con las teorías -más o menos "posmodernas"- centradas en la comunicación, la imagen y la simulación. Si los seguidores de tales teorías elogian los "dones" proféticos de Debord, no se puede tratar sino de un equívoco. Sería sumamente banal identificar el espectáculo con la simple imposibilidad de verificar cada hecho con los propios ojos y con la consiguiente dependencia de unos medios de comunicación que a menudo son poco fiables. Este hecho, si no es tan viejo como la humanidad, fue observado ya en el siglo XVI por Francisco Guicciardini:
"No os maravilléis de que no se sepan las cosas de los tiempos pasados, ni las que se hacen en provincias o lugares lejanos: porque, considerándolo bien, no se tiene verdaderamente noticia de las cosas presentes, ni de las que a diario se hacen en una misma ciudad; y a menudo hay entre el palacio y la plaza una niebla tan espesa o un muro tan grueso que, al no penetrarlo el ojo de los hombres, tanto sabe el pueblo de lo que hace quien gobierna o de la razón por qué lo hace como sabe de las cosas que hacen en la India. Y por consiguiente el mundo se llena fácilmente de opiniones erróneas y vanas".
El problema no es sólo la infidelidad de la imagen respecto a lo que representa, sino el estado mismo de la realidad representada. (...) La crítica del "espectáculo" ayuda no sólo a comprender el modo en que la televisión habla de Siria (2), sino la cuestión mucho más importante de por qué semejante guerra tiene lugar.
Lo que Debord critica no es, por tanto, la imagen en cuanto tal sino la forma-imagen en cuanto desarrollo de la forma-mercancía. Al igual que ésta, la forma-imagen es previa a todo contenido y reduce las luchas entre los diversos actores sociales a meras luchas distributivas. Tanto los burgueses como los obreros -para atenernos a los esquemas clásicos- expresan sus intenciones aparentemente irreconciliables en una forma común, el dinero, que no es en absoluto neutro o "natural", como tácitamente se presupone, sino que constituye, por el contrario el verdadero problema. Del mismo modo, en el espectáculo cualquier contenido,incluso aquel que aparece como su antagonista, se presenta siempre bajo la forma nada inocente, de la imagen espectacular.
NOTAS
(1) El destacado en negrita es nuestro.
(2) Aquí nos hemos permitido una "actualización" del texto original, sustituyendo Bosnia país con el que el autor hacía referencia a la entonces actual Guerra de los Balcanes por Siria queriendo nosotros hacer referencia a las actuales revoluciones zombis de Oriente Medio. Siria sigue el patrón dictado por el imperialismo en Libia y se dirige en la actualidad al abismo. (ADVERTENCIA: En NOTON consideramos a Gadafi y a Assad como tiranos, pero no tenemos una opinión mejor de los rebeldes)
OTROS FRAGMENTOS DE GUY DEBORD DE ANDEL JAPPE REPRODUCIDOS EN NOTON:
- Autoritarismo en Marx, Bakunin y el movimiento obrero.
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