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Entrevista a la Universidad Indígena de Venezuela

22/03/2011
Marina Agraz
Publicado en Revista NOTON nº4
 
La Universidad Indígena de Venezuela tiene el objetivo de promover la concienciación de las etnias amenazadas en su subsistencia cultural y socioeconómica. El proyecto fue impulsado en 1991 por la Compañía de Jesús a través del secretariado de Causa Amerindia Kiwxi, una O.N.G. que busca mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas americanos. Actualmente la U.I.V. cuenta con más de 70 estudiantes de 10 grupos étnicos distintos: Warao, Sanema, Wöttüja, Pumé, Shiriana, Pemón, Ye’kwana, E’ñepá, Jibi, y Yukpa. Proceden de lugares remotos de toda la cuenca del río Orinoco y más allá, como en el caso de los Yukpa, que vienen desde la Sierra del Perijá en el extremo occidental del país.

Los estudios que se imparten en la U.I.V. se centran en tres carreras: licenciatura en Educación Indígena, en Comunicación Social Indígena y en Agroecología ¿Cuál es el objetivo de cada una de ellas?

En realidad la nomenclatura de esas tres “carreras” es con el propósito de traducir culturalmente lo que ya empezamos a hacer en la UIV desde hace varios años. Como cualquier traducción, ésta tampoco es perfecta. El educador que egresa de la UIV no es un maestro convencional de una escuela convencional. El educador de la UIV es un impulsor de proyectos comunitarios que, en el hacer, tiene su principal herramienta formativa y multiplicadora. Tratamos de recuperar la forma tradicional del proceso de enseñanza-aprendizaje que caracterizó a las culturas amazónicas durante muchos siglos que podría simplificarse en la expresión: “enseñar y aprender haciendo”. Por lo que respecta al Comunicador Social Indígena, nos referimos a esa faceta de la formación que pretende ofrecer la UIV para que algunos egresados se especialicen en producir documentos en forma de libros, películas y audios para potenciar las capacidades de comunicación principalmente en su idioma materno. La temática de esas producciones puede ser muy diversa, pero su característica común es la de estar al servicio de los pueblos amerindios y sus culturas. Finalmente, el agroecólogo de la UIV es una persona que se habrá especializado durante su formación en las técnicas productivas que tengan la posibilidad de devolver a las comunidades la independencia de elementos externos. Sus conocimientos están muy relacionados a la etnobotánica y también a las prácticas agroecológicas contemporáneas que estén en sintonía con la cultura de su pueblo.

El objetivo fundamental de la U.I.V. es formar pensadores indígenas que transformen la educación básica y media que se imparte en las comunidades de población autóctona. ¿Cómo era la educación básica y media antes de que hubiese maestros indígenas formados y cartillas bilingües?

Aún estamos comenzando. La educación formal en las comunidades indígenas ha variado muy poco en los últimos años. Hay una inercia transculturizante que deberá irse venciendo paulatinamente, con mucha paciencia. Por ahora muchos de nuestros egresados (e incluso estudiantes con apenas un par de años de formación) son inmediatamente integrados al sistema educativo del Ministerio de Educación. En esa dinámica, la capacidad transformadora de apenas unos pocos de nuestros egresados es muy limitada. Por otra parte, la producción de textos y material educativo bilingüe aún es pequeña. Aspiramos a que la suma de nuevos egresados a las comunidades y más y mejores instrumentos didácticos producidos en la UIV en el curso de los próximos años empiece a dar sus frutos. Pienso que hasta el momento el mayor aporte de los estudiantes y egresados de la UIV en las comunidades ha sido el de introducir, con argumentos sólidos, el debate sobre la identidad cultural, la conciencia política, histórica, social y económica.

¿Cuál es el objetivo de potenciar redes sociales indígenas mediante talleres de concienciación, la creación de Asociaciones Civiles Indígenas?

Esos talleres son promovidos por CAK. Creemos que el punto de partida para cualquier proyecto emancipador es la conciencia. Sin ella, los seres humanos caminamos a ciegas. El taller está diseñado para que estimular un proceso de auto-concienciación. Se proponen apenas unas preguntas muy sencillas que se van respondiendo en idioma materno con toda la calma que sea necesaria según la temporalidad indígena, que muy poco tiene que ver con la del mundo occidental moderno. Hemos tenido talleres de concienciación que se prolongan más de cuatro semanas. Las preguntas que se proponen al grupo de ancianos, sabios y sabias, son: ¿quiénes somos?, ¿cuál es nuestro origen?, ¿cuál es la situación actual de nuestras comunidades?, ¿hacia dónde caminamos como pueblo? Las respuestas a estas preguntas son de enorme profundidad y lucidez. La última de ellas invita a la acción y es entonces que deciden organizarse para tomar el control de su propio destino. El hecho de que se hayan creado asociaciones civiles se debe a que durante mucho tiempo fue el único resquicio legal para tener personalidad jurídica como colectivos. Hoy la Constitución de 1999 reconoce la existencia de pueblos y comunidades indígenas en su artículo 119, sin embargo, la cultura jurídica venezolana y latinoamericana deberá progresar mucho antes de que admita a los pueblos y comunidades como sujetos de derecho sin necesidad de recurrir a figuras más o menos convencionales como las asociaciones civiles o los consejos comunales.

En la Universidad trabajan tanto personas remuneradas como voluntarios ¿Cuál es la labor de los voluntarios y cómo financian el sueldo de las personas remuneradas?

En realidad, hasta el momento, no hay ninguna persona que perciba un salario. Todos los colaboradores de la UIV trabajamos en régimen de voluntariado. Los aportes financieros que recibimos, cuando es posible, constituyen una especie de fondo común que se emplea para satisfacer las necesidades más elementales de quienes se dedican tiempo completo a la UIV. Ninguno de los profesores o facilitadores percibe salario alguno por parte de la universidad; con la excepción de algunos talleres y programas financiados por la Fundación Gran Mariscal del Ayacucho (Fundayacucho), adscrita al Ministerio de Ciencia y Tecnología. Pero aún en este caso, el recurso percibido por los facilitadores y asesores es donado a la UIV para sostener algunas áreas para las que es difícil conseguir financiamiento, como el pago de los gastos de los estudiantes durante su trabajo de campo o la compra de insumos alimenticios.
 
Cuentan con las instalaciones necesarias para llevar a cabo la función de la Universidad, pero existen instalaciones que no están operativas debido a falta de recursos. El trabajo de campo de las áreas demostrativas no está pensado para obtener beneficio propio ¿cómo se financia la Universidad?

El trabajo de campo es el principal instrumento de la UIV para que el estudiante permanezca conectado con su realidad. La universidad, para que tenga sentido, debe responder a las necesidades comunitarias. Rechazamos la idea de una academia elitista descontextualizada de las demandas sociales. Durante el trabajo de campo el estudiante realiza una labor investigadora previamente diseñada en Tauca, sede de la UIV. Por lo que respecta al financiamiento, desde hace unos 4 años contamos con el apoyo de Fundayacucho principalmente para atender las áreas demostrativas de producción y los facilitadores necesarios para dichas áreas. Como expliqué anteriormente, estos facilitadores donan sus honorarios y eso nos permite financiar otras necesidades de la institución. Las áreas demostrativas nos permiten producir parte de nuestros insumos alimenticios (pescado, patos, productos vegetales, etc.) y a veces hemos podido vender algunos excedentes. Aunque el propósito de éstas áreas es fundamentalmente demostrativo. No aspiramos a que se conviertan en auténticas fuentes de autofinanciamiento. Eso desenfocaría los objetivos de la UIV. La universidad está destinada a producir conocimiento. Obviamente los recursos son extremadamente escasos y eso hace que la universidad funcione en condiciones de austeridad absoluta y a veces hasta de precariedad, pero estamos convencidos de que aún con recursos, la UIV debe seguir asumiendo la austeridad como un rasgo distintivo.

La Constitución Bolivariana de Venezuela reconoce el derecho de los indígenas a tener una educación propia y la OIT dice que “… los gobiernos deberán reconocer el derecho de esos pueblos a crear sus propias instituciones y medios de educación, siempre que tales instituciones satisfagan las normas mínimas establecidas por la autoridad competente en consulta con esos pueblos." Si no están establecidas esas normas mínimas por parte del Estado venezolano, éste no reconoce a la Universidad Indígena. ¿Por qué creéis que el Estado de Venezuela no quiere reconocer oficialmente a la Universidad Indígena? ¿Es posible que el Estado entienda vuestra labor educativa en las comunidades indígenas como perjudiciales para su propio beneficio político?

Actualmente está en discusión la nueva ley que regulará el funcionamiento del sistema de educación universitaria en el país. Aunque la constitución nacional y el Convenio 169 de la OIT son normativas muy progresistas, las autoridades políticas y administrativas no lo son tanto. Aun hay paradigmas colonialistas que deben ser superados. No obstante, es llamativo observar que el Consejo Nacional de Universidades ha dado el Visto Bueno a la UIV, de manera que sólo resta una formalidad a nivel presidencial para que se decrete la primera universidad indígena del país. En realidad desconocemos las razones por las que no se ha dado ese último paso decisivo, pero entendemos que es parte de la agenda de la Presidencia de la República y nuestro compromiso ha de ser seguir dando argumentos a favor de la UIV. Por otra parte, es lógico pensar que el modelo que propone la UIV represente un contrasentido para una generación de indígenas que crecieron bajo la convicción de que su futuro era el de integrarse a la cultura occidental y con mucho esfuerzo se convirtieron en profesionales y se desarrollaron exitosamente en el competitivo ambiente de los centros urbanos o que incluso llegaron a ser educadores que inconscientemente promovían la destrucción de sus culturas en sus propias comunidades. Entonces, decir que el Estado ve en la UIV una amenaza es inexacto; parece más apropiado pensar que hay sectores sociales muy diversos que aún defienden el paradigma integracionista que caracterizó a la modernidad latinoamericana.

Desde occidente se suele imponer la idea de “mujer” y el papel que ocupa en la sociedad occidental a otras culturas. ¿Cuál es el papel de la mujer en la sociedad indígena? 
 

Ese es un debate permanente, como adivinas bien, más entre quienes acompañamos a los indígenas que entre ellos. Es difícil distinguir entre lo que es una práctica cultural de género auténticamente indígena de aquellas que han sido aprendidas o adoptadas a partir del contacto con la cultura occidental. Por otra parte, no todas las culturas amerindias exhiben las mismas características en la manera de gestionar las cuestiones de género. Por el momento, la UIV ha abierto sus puertas al género femenino y la respuesta de las comunidades, aunque tímida, ha dado sus primeros pasos. Actualmente hay siete muchachas indígenas elegidas por comunidades de 4 distintos grupos étnicos para estudiar en la UIV. Si hubiere algo que discutir en relación a los temas de género al interior de las prácticas culturales comunitarias, ese es un debate que tendrá que impulsarse con la menor intervención posible de quienes no conocemos los misterios de esas milenarias culturas. La historia nos ha enseñado que nuestra ética, la occidental, con mucha frecuencia ha sido terriblemente absurda a la hora de calificar las prácticas de quienes son diferentes.

¿En qué consiste la actividad conjunta de la U.I.V y el C.A.K en el ámbito de la demarcación de tierras?

Causa Amerindia Kiwxi (CAK) es un colectivo indigenista que se fundó a principios de la década de 1990 como producto de las reflexiones del trabajo indigenista del Hermano Korta, un jesuita de origen vasco que ha vivido con los indígenas de la amazonía venezolana desde principios de los años 70. Korta funda CAK en Tauca (hoy sede de la UIV) y la labor consistía en reunir ancianos de todas las comunidades de un grupo étnico para organizar asambleas populares que pudieran analizar los retos que enfrentan los indígenas. Ese es el germen de la UIV que en el año 2000 empezaría a crecer con la participación de jóvenes E’ñepá, Ye´kwana y Pumé. Desde esos días una preocupación central fue la de definir los territorios ancestrales para defenderlos de la invasión de agentes externos. La Constitución del año 1999 había potenciado el entusiasmo en las comunidades, pues el artículo 119 reconocía los derechos sobre el “hábitat y tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan”. La tarea que era preciso acometer era la de autodemarcar los territorios para que el Estado entregara los títulos colectivos correspondientes. En la UIV se diseñaron talleres para que los estudiantes aprendieran a manejar equipos GPS y fueran a recorrer sus espacios ancestrales para elaborar los mapas. Hemos hecho ese trabajo en muchos espacios de la inmensidad amazónica de Venezuela. Lamentablemente el Estado no ha asumido su tarea con la misma responsabilidad. Hoy en las comunidades se ha acumulado mucha insatisfacción por ese motivo y es, sin duda, el aspecto que mayores tensiones ha generado entre el mundo indígena y el gobierno del Presidente Chávez. En Tauca hemos decidido continuar con las labores de autodemarcación, pero ahora también hemos emprendido algunas acciones de movilización social para presionar a las autoridades caraqueñas que han obstaculizado la titulación de los territorios amerindios.

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