Recordará la Constitución italiana y su origen laica y pluralista, la centralidad de la democracia verdadera, participada, transparente: desde los lugares de trabajo pasando por las escuelas, los barrios, los servicios, el territorio.
Y la nave va:
el manifiesto
Somos un grupo de italianas e italianos que vivimos en Barcelona.
Junto con nuestros amigos (no solo italianos) presenciamos, verdaderamente preocupados, a lo que pasa en Italia. Si es cierto que aquí también sufrimos la crisis, la sensación es que en nuestro País la situación es especial, sobre todo desde el punto de vista cultural, ético y relacional.
El racismo crece, así como la arrogancia, la prepotencia, la represión, los chanchullos, el machismo, la difundida cultura mafiosa, la falta de respuestas hacia el mundo laboral, siempre más subalterno y siempre más precario. Los méritos y capacidades de las personas, sobre todo de los jóvenes, no se valorizan. Crece la cultura del favor, del desinterés por el bien común, de la carrera al dinero, de lo privado en todos los sentidos.
En España, en los últimos meses, han salido muchos artículos explicando lo que pasa en Italia, a veces en tonos sensacionalistas, otras veces en tonos perplejos, preocupados, desconcertados.
Se ha hablado de los campamentos de gitanos quemados, de las leyes de extranjería, de las agresiones, del incremento de los grupos neo-nazis, del cierre de los espacios de libertad y democracia, de las leyes ad personam.
Desde el extranjero tenemos la ventaja de no estar bombardeados diariamente por una información vulgar y atosigante, por lógicas de comunicación verdaderamente enfermizas.
Entonces, ¿qué hacer? En primer lugar entender mejor, intercambiar ideas; después intentar reaccionar. Estamos convencidos de que existen muchas experiencias de resistencia: defensa del territorio, de los derechos, de la salud, de los servicios públicos de calidad. Y que merecen ser apoyadas.
Al final de un recorrido que acabamos de empezar, queremos organizar un barco que salga de Barcelona el 25 de junio 2010 y que llegue a Génova. Será el barco de los derechos, que recordará nuestra Constitución y su origen laico y pluralista, la centralidad de la democracia verdadera, participada, transparente: desde los lugares de trabajo pasando por las escuelas, los barrios, los servicios, el territorio.
Recordará que el planeta que tenemos es uno, es este, y que este es nuestro mar, el de todos los pueblos. Que todos tenemos derecho a existir, a movernos, a viajar, a migrar, así como tenemos derecho a que nuestra tierra no sea explotada, depredada. Recordará que las mentiras inmovilizan, mientras que la verdad es revolucionaria.
Recordará que la cultura y el arte son lo más alto del género humano, son fuente de alegría y placer para quien las produce y para quien las disfruta, no están hechas para el mercado. Recordará que existir puede significar resistir, defender la dignidad propia y de los demás, conservar la lucidez, el sentido crítico y la capacidad de juicio.
¡Creamos puentes, no muros!
Es un grito de ayuda y solidaridad que queremos que una a los que están asistiendo impotentes desde lejos a este peligroso embrutecimiento, con los que ya están resistiendo y a los que no debemos dejar solos.
No somos un partido, no somos una fundación, no ondeamos banderas, mucho menos blancas. Somos un movimiento de ciudadanos/as que no recibe ningún tipo de financiación.
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