No hay final. Y tú ya lo sabías. Sin embargo quiero descansar. ¿Aunque no sea tu hora? Sí. ¿Tengo que seguir hablando? Sí... No... La decisión no es tuya. CHA, DIN, PON ¡GLODÁPTICO! Así me aburres. ¿Qué importa? Todos los sonidos son iguales. Y También lo son todas las palabras... Entonces, ¿dónde está la libertad? En tu forma de pronunciarlas. Lo que yo quiero decir ya se ha dicho. Dilo aún así, no tengas miedo, las palabras siempre son viejas... ¡Y los sonidos también! Pero tu voz es nueva. Solo la voz es nueva. Tendrás que empezar, vuelve al principio. No hay final Y tampoco hay principio. Carlos G. de Castro
Revista para gente sin dogmas