ARTÍCULO DE CARLOS G. DE CASTRO PARA EL NÚMERO 3 DE LA REVISTA UNIVERSITARIA ACCM
Desde los muros de Versalles, la burguesía, con gemelos de teatro, contempla la caída de la Comuna.
(…)
OTRO SEÑOR: ¡Qué magnífico espectáculo! ¡Los incendios, los movimientos matemáticos de las tropas! Se comprende ahora el genio de Haussmann, al dotar París de bulevares. Se discutía si contribuían al embellecimiento de la capital. Ahora no hay duda, ¡al menos contribuyen a su pacificación!
Los días de la Comuna . BRECHT, Bertolt. 1949.
Gentrificación (del inglés gentry, literalmente, aburguesamiento). El concepto define el proceso por el cual barrios de clase obrera – situados normalmente cerca del centro de la ciudad – son sometidos a una pauperización planificada, para posteriormente comprar sus inmuebles a precio de saldo e iniciar una revalorización de la zona a través de la edificación y restauración de edificios, pasando por la expulsión y sustitución de sus habitantes tradiciones por nuevos inquilinos de rentas medias – altas.
El pasado 12 de mayo un Zapatero “cautivo y desarmado” ante unos poderes económicos que en Europa “han alcanzado sus últimos objetivos” de cotas de poder, anunciaba, entre otras draconianas medidas, lo siguiente: congelación de las pensiones en 2011 – exceptuando las no contributivas y las mínimas –, reducción un 5% de media el salario a los funcionarios, eliminación de la retroactividad en la ayuda a la Dependencia y la reducción en 600 millones de euros la ayuda oficial al desarrollo. Un giro de 180º en la filosofía de un presidente que pretende vender a los españoles el ser capaza de hacer una política y la contraria, sin advertir – o no querer advertir –, que cuando los españoles votamos se eligió un programa y que las medidas neoliberales que ahora inicia no han sido ratificadas en las santas urnas. Pero este artículo no va de Zapatero, estrellada polichinela transfigurada en marioneta del Banco Central Europeo, el FMI y una UE que jamás ha dejado de ser la CEE ; si no de un proceso peligroso y antidemocrático que el economista Bernard Conte, profesor en la Universidad de Burdeos define como Tercermundialización del planeta, en un libro homónimo, y en el que nosotros encontramos bastantes paralelismos con una gentrificación globalizada. Centrémonos en el caso español.
Un día antes de la capitulación de Zapatero, los poderes que dieron el golpe económico se expresaron a través de la Bolsa. El día 11 de mayo, cuando los españolitos de a pie aún descansábamos confiados, amanecimos con una noticia inesperada, la Bolsa había tenido una “histórica subida” del 14,4% – el Santander, el BBVA y el Popular más del 20% –, el Ibex 35 ganó 1305 puntos situándose el indicador en 10351 unidades. A día de hoy, domingo 6 de junio, el Ibex 35 marca 8.923 unidades, por lo que no sólo ha dilapidado en menos de un mes la “histórica subida”, sino que se encuentra en niveles más bajos que antes de producirse ésta – el 10 de mayo contaba con 9046 unidades –. La actitud de la Bolsa no es en absoluto casual, el 11 de mayo quería mostrar su rotunda convicción en las medidas que se iban a aprobar en el parlamento al día siguiente, una dolorosa reforma que ellos – quienes dirigen los parqués financieros – conocían de antemano, por la sencilla razón de que eran sus autores intelectuales. Pero la voracidad del aparato financiero no conoce límites y ahora vuelve a bajar exigiendo una reforma laboral de su agrado. La Bolsa se ha convertido en un mecanismo para el chantaje a los Estados, una suerte de asustaviejas que tiene por misión forzar la salida de la estructura estatal de toda política social, reduciendo el estado del bienestar a su mínima expresión y cumpliendo la máxima liberal de dejar a los Estados bien flaquitos.
Esto es la gentrificación del Estado, un proceso desencadenado ahora en Europa – ya conocido en otras partes del mundo con anterioridad, como en Latinoamérica – a través del cual, comenzando por los países de la periferia, se produce un aburguesamiento de la política estatal, basado en la máxima de que la economía no es política y que en nuestros días sólo hay una forma de pensarla. Pensamiento totalitario, que a través de la coartada de la reducción del déficit público y del control de la deuda, empobrece a las clases trabajadoras al tiempo que va destruyendo el Estado del Bienestar.
Una nueva Europa comienza, una Europa demasiado parecida a la antigua, a la de la Santa Alianza que acabó con los sueños de la Primavera de los Pueblos en 1848. Y dónde la burguesía, desde la lejanía de sus barrios residenciales, con gemelos de teatro, contempla la caída de la Democracia.
Ilustración sobre los últimos días de La Comuna
Efectivamente Carlos, pero no debemos de olvidar que al final, todos los partidos políticos (IZQUIERDAS Y DERECHAS) le rinden pleitesía al capitalismo más aberrante.
ResponderEliminarSon los nocivos efectos de la llamada globalización y el neoliberalismo mundial...
Un saludo...
Lo que dices es cierto, pero los partidos políticos no son los dueños de la política, ésta, que no es otra cosa que el medio por el que nos organizamos en comunidad, pertenece a los ciudadanos. Por eso, si realmente queremos democracia habrá que crear vías alternativas a los partidos tradicionales. Éstos tienen su papel, pero no deben ser los únicos actores de la política.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi enhorabuena por tu artículo, Carlos. Me parece muy acertado e interesante.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Dani. A ver cuando nos reunimos y sacamos algo en común.
ResponderEliminarUn abrazo.