SevillaPara | A las ocho de la tarde los estudiantes de la US y de la UPO tenían una cita en la calle San Fernando. El objetivo: tomar el rectorado. Tras la convocatoria de paro académico aprobada días antes por asambleas de centro, formalizada por el CADUS y ratificada por el rector, la idea del parón se materializa tomando como punto de arranque un encierro en el corazón de la Universidad de Sevilla: su Rectorado, un símbolo de tiempos pasados, la antigua fábrica de tabacos.
En la puerta del rectorado, los primeros grupos de estudiantes iban congregándose tímidamente alrededor de la antigua tabacalera. Ninguno esperaba que a tan solo unos metros, una gran cantidad de alumnos se aproximara a ritmo de cánticos para ayudar a levantar su ánimo, dispuestos a hacer mucho ruido, todo ello bajo el lema de una educación de todos y para todos.
Espontáneamente, los primeros en llegar fueron repartiéndose por las salas habilitadas –algunas para el estudio y otras para el descanso. Por momentos, parecía que nunca iba a dejar de llegar gente. A las nueve y media estaba previsto el cierre de las puertas, pero tanta era la afluencia de gente que los agentes de seguridad se vio obligada a mantener las puertas abiertas. A viva voz y con megáfono se informaba a los encerrados sobre el inicio de la asamblea a partir de las 10:30. Para hacer tiempo, los estudiantes cenaban en el césped de las medianías del patio exterior. Un poco más tarde se descubrió la instantánea más esperada: alrededor de 1.500 alumnos coreando “y ya está aquí el movimiento estudiantil” antes del comienzo de la asamblea. Nada más lejos de lo que publicaba ABC de Sevilla refiriéndose al encierro como una reunión de 100 alumnos. Las redes sociales ardían con comentarios acompañados del hashtag #encierroUS que llegó a ser trending topic nacional en varios momentos de la noche.
La asamblea del encierro tenía como propósito aprobar propuestas de movilización surgidas de las asambleas de las distintas facultades de la US y la UPO. Para agilizar un largo y tenso debate, los distintos delegados de centro se acercaron al megáfono para llevar a la asamblea sus propuestas. Tampoco faltó la voz de profesores, alumnos de secundaria y alumnos extracomunitarios, que trasladaron a la asamblea su descontento y su optimismo.
A lo largo de las aproximadamente cuatro horas que duró la asamblea, los estudiantes no dejaron de gritar sus consignas en defensa de la Universidad Pública y de celebrar el “despertar” del movimiento estudiantil. Tampoco faltaron antorchas, en referencia a una simpática broma que durante estos días ha circulado por las redes sociales (pregunten a @US_enfurecida), que se han convertido en su seña de identidad y que, además, los participantes en la asamblea votaron efusivamente erigir como soberano símbolo de esta lucha.
El espíritu de la asamblea no solo se transmitió al exterior a través de las redes sociales. También un integrante de la misma habló en directo con el programa de la Cadena Ser Hablar por hablar, desde donde se confesaron emocionados con las voces que gritaban “universidad pública y de calidad”.
Las aulas que en un principio estuvieron pensadas para el descanso de todos los participantes, fueron finalmente convertidas en salas de estudio ante la imposibilidad de acoger a tantas personas. A la hora de dormir la gente sacó su saco a los pasillos que se convirtieron en el gran dormitorio del encierro.
Sobre las 5 se cerraron finalmente las puertas del rectorado. Los gritos al unísono y los cánticos fueron diluyéndose al igual que las energías de los asistentes. Cansados tras una larga asamblea pero vibrando aún por la emoción, se reunieron en las respectivas comisiones de campus y, más relajados, ultimaron detalles para las movilizaciones de los próximos días. La unión hace la fuerza, y ambas cosas se han demostrado en una noche tantas veces soñada por el movimiento estudiantil, y que este 23 de mayo se materializó en un encierro que es solo el principio de una gran lucha.
24/05/2012 · SevillaPara / @SevillaPara
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