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Túnez se prepara para sus primeras elecciones libres


LOS ISLAMISTAS MODERADOS DE ENNAHDHA, VIRTUALES VENCEDORES
Después de más de 50 años de dictadura y diez meses después de que una revolución popular derrocara a Ben Ali, los tunecinos se disponen a elegir una Asamblea Constituyente en unas elecciones a las que se presentan más de un centenar de partidos políticos.


Después de 50 años de dictadura, 24 de ellos bajo el régimen de Zine el-Abidine Ben Ali, derrocado en enero por una espontánea revolución popular que sorprendió a propios y ajenos y que desencadenó una ola de revueltas en todo el mundo árabe, los tunecinos se preparan para sus primeras elecciones libres, en las que se elegirá la Asamblea Constituyente que elaborará la Carta Magna del país magrebí y asentará las bases del nuevo Estado.
El viernes a las doce de la noche se cerraba la campaña electoral en una apoteosis de mítines políticos y bocinazos de los partidarios de uno u otro partido, a la espera de que el 23 de octubre marque, igual que el 14 de enero, un antes y un después en la historia del país. Diez meses después de la caída de Ben Ali, el ambiente de efervescencia reivindicativa que se había apoderado de las calles del país magrebí tras la caída del dictador ha dado paso a una pugna electoral en la que participan más de un centenar de partidos con 1.600 listas y 11.000 candidatos en liza. “Estamos ante una oportunidad histórica. Esto es como una olla exprés: puede explotar o puede preparar una comida magnífica. Si lo conseguimos, seremos un ejemplo para el resto de países árabes”, explica Mohamed Hedi, un tunecino de 47 años que confía en que las elecciones asentarán el porvenir democrático del país. También Faisal, un joven recién diplomado, se muestra eufórico ante las elecciones, aunque reconoce que “hay muchísimos partidos, demasiados, y la gente no los conoce”.
¿Un gobierno islamista para Túnez?
En lo que sí coinciden todas las encuestas es en dar como vencedor aEnnahdha, partido islamista moderado que se dice cercano al AKP turco y cuyos militantes fueron duramente reprimidos durante la dictadura de Ben Ali. El discurso moderado de Ennahdha, que no ha cesado de repetir que su victoria no supondría una marcha atrás en los derechos adquiridos por las mujeres, que gozan de una de las mejores situaciones dentro del mundo árabe, ni en materia de derechos civiles o libertades religiosas, no acaban de convencer a muchos laicos, que consideran que sus líderes mantienen un doble discurso para tranquilizar a la población pero cuyas verdaderas intenciones se desconocen y podrían llevar a una regresión.
Mientras, otros piden un margen de confianza a un partido que representa a una parte considerable de la población y cuyo equivalente en Europa serían los partidos cristiano-demócratas, mientras sí se deja sentir la preocupación por la aparición en escena de los salafistas (ver recuadro), poco numerosos pero violentos en una sociedad que se caracteriza por su tolerancia. De momento, Ennahdha se ha hecho fuerte con un discurso dirigido a los sentimientos, apelando a la identidad musulmana de la mayoría de la población y haciendo un trabajo de puerta a puerta, muy presentes en las zonas más desfavorecidas también a través de asociaciones de beneficencia.
Frente a Ennahdha, el Partido Demócrata Progresista y Ettakatol, dos partidos socialdemócratas de corte liberal, se disputan el segundo puesto, seguidos por Qotb, una coalición de partidos liderada por el excomunista Ettajdid. Estas tres formaciones se encuentran entre los pocos partidos de oposición que Ben Ali legalizó para dar una apariencia democrática a su régimen, lo que los hace más conocidos entre una población mayoritariamente perdida ante la infinidad de nuevos partidos que concurren a las elecciones. En cuanto a los programas, el abogado Ridha Reddaoui, que sostiene que se ha avanzado mucho en el plano político pero poco en la situación económica y social, afirma que “todos los partidos están hoy en el centro-izquierda. Ni los de izquierda ni los de derecha están en su lugar. Todo el mundo se inclina hacia el centro y presenta programas para una economía y un desarrollo equitativo entre las regiones, por las libertades, los derechos… Esto genera confusión. Nadie está en su verdadera posición ideológica, y esto lo único que indica es que los programas están falseados”, y “los partidos mantienen una lucha encarnizada por el poder en vez de preocuparse más por los problemas del país”.
Sobre este tema, Meriem Zeghidi, de la Asociación de Mujeres Demócratas, sostiene que en los medios “hay una ausencia de debate sobre los temas relativos a la Constitución. Hay un debate electoralista, pero no constitucional. Los medios deben tener un papel pedagógico porque no tenemos tradición democrática y los tunecinos no tienen nociones políticas, y ni los partidos ni los medios están desempeñando este papel”.
Participación
Por ello, si hay otra incógnita que planea estos días es cuál será el nivel de abstención. Si se consulta a los transeúntes del centro de la capital y de las zonas más desarrolladas, la mayoría parece más que predispuesta al voto, considerado por muchos como un deber para afianzar la democracia en el país. Pero la abstención podría alcanzar cotas más elevadas en los barrios más deprimidos y en las zonas más pobres del centro y el sur. “La gente se preocupa por el trabajo, la casa, la salud, el transporte y la subida de precios, todos los temas sociales, pero no por las elecciones, no quieren oír hablar de partidos políticos, pues el gobierno de transición no ha hecho nada y todo es regresión”, dice Romdhan, un profesor en el barrio pobre de Hay Tadhammun en la capital, mientras que otro joven nos asegura que “la mayoría no sabe a quién votar, pues la gente está sobresaturada de información no precisa y además hay un 18% de analfabetismo”. Reddaoui, más optimista, mantiene que la participación será elevada, de entre un 60% y un 65%, a pesar de que sólo el 50% de la población con derecho a voto se ha inscrito de momento para ejercerlo, y que la mayor tasa de abstención se dará entre los jóvenes, que no han visto ponerse en marcha un verdadero “gobierno de la revolución”. En cualquier caso, las elecciones son estos días omnipresentes en las calles de la capital y en los medios en un momento en que los tunecinos estrenan un derecho que no pudieron ejercer libremente en las últimas cinco décadas.
A la espera de que todas las incógnitas se diluciden el día del voto, la Instancia Superior Independiente para las Elecciones organiza meticulosamente los comicios, en los que 7.000 observadores tunecinos y más de 500 internacionales deberán velar por que las primeras elecciones libres del primer país árabe que logró derrocar a su dictador se desarrollen con normalidad y se conviertan en un ejemplo a seguir por el resto del mundo árabe.

El caso Nessma-Persépolis y la irrupción de los salafistas
Si ha habido un caso que ha marcado la campaña electoral ha sido el provocado por la proyección el 7 de octubre del film franco-iraní Persépolis, traducido al dialecto tunecino, por la cadena privada Nessma. La escena en la que Alá aparece representado en la figura de un anciano, algo prohibido por las leyes islámicas, provocó que unos 200 salafistas atacaran la cadena televisiva y, posteriormente, saquearan la vivienda del director de Nessma, Nabil Karoui, que acabó por pedir perdón por la difusión de la película. El partido islamista moderado Ennahdha se mostró contrario a “toda forma de violencia” pero acusó a Nessma de provocación. Al mismo tiempo, la cadena fue acusada ante los tribunales de “difamación” del islam, un delito que Human Rights Watch ha pedido sea eliminado del código penal tunecino, tal y como establece el nuevo código de prensa aprobado por la Alta Instancia para la Protección de los Objetivos de la Revolución. Pocos días después de los ataques salafistas,unas 5.000 personas se manifestaron en la capital para defender la laicidad, y varios centenares lo han hecho en varios puntos del país. Aunque el número de salafistas activos no sobrepasa los 300, su irrupción en la escena pública y la sospecha de que estén infiltrados por agentes desestabilizadores de la antigua policía política, ha generado preocupación en la sociedad tunecina.
Quién es quién en las elecciones tunecinas
Ennahdha: partido islamista moderado creado en 1981 y liderado por Rachid Ghannouchi. En los años 90, más de 30.000 de sus miembros fueron perseguidos y encarcelados por el régimen de Ben Ali. Se convertirá en el partido más votado, con entre un 20% y un 40% de los votos, según los distintos sondeos. Ennahdha mantiene un discurso moderado y se dice próximo al AKP turco, aunque los laicos temen que su eventual victoria suponga una regresión en derechos, principalmente en los de la mujer.
Partido Demócrata Progresista (PDP): partido socialdemócrata de corte liberal creado en 1983 y liderado por Ahmed Néjib Chebbi, era uno de los pocos partidos legales de oposición bajo Ben Ali. Considerado como una de las opciones de Occidente, ha ido perdiendo fuelle desde que Chebbi se prestara a participar como ministro en el primer gobierno de transición tras la caída de Ben Ali, un gobierno que el pueblo tunecino logró tumbar al poco de nacer. Único partido liderado hoy por una mujer, Maya Jribi, se disputa el segundo puesto con el partido Ettakatol.
Ettakatol (Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades):partido socialdemócrata legalizado también bajo Ben Ali y liderado por el doctor Mustapha Ben Jaafar, ha ido escalando puestos hasta convertirse virtualmente en la segunda fuerza más votada.
Qotb (Polo Demócrata Modernista): coalición de tres formaciones de centro izquierda liderada por el partido excomunista Ettajdid, legal desde 1993.
PCOT (Partido Comunista de los Obreros de Túnez): liderado por Hamma Hammami, tiene un gran prestigio entre la izquierda tunecina por sus 25 años de lucha clandestina contra la dictadura. Se presenta como el partido comunista con más intención de voto después de que el Frente 14 de Enero, coalición de partidos de izquierda nacida tras la revolución y del que el PCOT formaba parte, estallara al poco tiempo de nacer, provocando que una miríada de pequeños partidos de izquierdas se presenten divididos a las elecciones.
Congreso por la República: liderado por Moncef Marzouki, conocido como luchador por los derechos humanos desde 1980, regresó a Túnez tras la revolución después de diez años en el exilio. No descarta pactar con Ennahdha.
Satélites del RCD: se calcula que unos 40 partidos próximos al ilegalizado partido del dictador Ben Ali se presentarán a las elecciones. Al-Watan, liderado por Mohamed Jegham, y Al-Moubadara, de Kamel Morjane, son los más importantes, aunque las leyes tunecinas prohíben que cualquier alto cargo bajo el régimen de Ben Ali pueda concurrir a estas elecciones.

23/10/11 · Gladys Martínez (Túnez) · Diagonal


Noticia de Euronews

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