Han secuestrado a Pablo Hásel. Al más puro estilo FBI de los años 40 lo han detenido en plena calle, lo han esposado y conducido a su casa para registrarla y destrozarla en busca de pruebas incriminatorias. Según cuentan familiares y amigos se llevaron el ordenador de su madre y el de su hermana así como un montón de libros. ¿Libros? ¿Desde cuando la posesión de libros puede ser prueba en un juicio? ¿El ministerio del interior tiene una lista de libros prohibidos? Después del asalto a mano armada a la vivienda familiar se lo llevaron a punta de pistola en un furgón rumbo a Madrid en la Audiencia Nacional, el último y más siniestro tribunal político del Occidente ilustrado.
Lo que más me inquieta es que tuvieron que movilizar a toda una Brigada de la Información provincial de Madrid y desplazarla a Lleida para perpetrar el espectacular dispositivo (o cacería) del peligroso rapero. Por lo visto hasta hubo un seguimiento de casi un año. ¿Teléfonos pinchados? ¿Micrófonos ocultos? ¿Hombres apostados en esquinas con sombrero y gabardina que hacen como que leen un periódico pero en realidad son letales espías al servicio de la democracia? ¿Cuánto cuesta un dispositivo de seguimiento a un rapero? Unos miles de euros, jugosa cantidad que se podría emplear en perseguir el fraude fiscal de este país o en la ley de dependencia, recientemente vetada a los castellano-manchegos. Lo que no entiende Al Jazeera es que Spain is diferent y aquí, con unas crisis estructural de tres pares de narices, el estado invierte tiempo y dinero en perseguir a raperos, quizá como maniobra para distraer la atención, quizá para justificar el sueldo y pluses de los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado… ¿o será que hay algo más? Claro que lo hay.
En tiempos de crisis, en tiempos en los que la lucha de clases se agudiza y se tensa la cuerda hasta niveles no tolerables para la clase dominante, se debe sellar toda grieta por diminuta que esta sea o inofensiva que puede parecer en un principio. Y Pablo Hasel es una de esas grietas, una grieta incómoda, molesta, insolente. Una grieta que con el tiempo puede ir abriéndose conforme esas contradicciones de clase continúen agudizándose, conforme cada vez más gente termine abocada al paro y la precariedad salvaje, y a consecuencia de ello, cada vez más jóvenes dejen de lado el ocio pueril e institucionalizado de los Alejandro Sanz y las Amaral para buscar respuestas en las letras de gente como Pablo Hasel. Todo responde a la misma lógica dominante y el secuestro de Pablo tan sólo es un «por si acaso», una forma abyecta de cubrirse las espaldas, un modelo de guerra preventiva contra la disidencia. Una prueba más de que el estado de derecho en este país se lo pasan por sus partes nobles después de ensalzarlo hasta la saciedad, el infinito y más allá, en sus nauseabundas declaraciones públicas (o púbicas).
Pero tengo malas noticias. Cada vez son más los que se pasan al lado oscuro de la fuerza y la campaña por su libertad que se ha desatado es la prueba fehaciente. Hay demasiados Pablos que se niegan a asumir el secuestro, el abuso y la arbitrariedad como algo cotidiano. Habéis creado un monstruo, un moderno prometeo que amenaza con destruir a su padre y creador: un estado decadente y caduco que ha sembrado miseria, hastío y desesperanza y que ya sólo puede resolver sus problemas a punta de pistola, detenciones arbitrarias y secuestros. Un estado carente ya de legitimidad que como premio en su tómbola macabra va a recoger demasiados Pablos, los mismos que piensan que la única lucha armada es la que la oligarquía empresarial y financiera ha lanzado en tromba contra los pueblos.
Y mientras Pablo Hasel pernocta incomunicado y quizá torturado en los calabozos de la Audiencia Nacional, el mundo crece a su alrededor y cada vez son más los que antes que claudicar se untarían la polla con agente naranja. Una generación de Pablos que no tiene nada que perder. Una generación huérfana que en lugar de escribir canciones y dar conciertos, quizá opte por la destrucción y la violencia desmedida (Grecia, Londres…) Luego diréis que no os avisamos pero somos tan prepotentes y estamos tan seguros del colapso que hasta nos permitimos el lujo de daros ventaja para que os organicéis perros. Como decía aquel loco alemán habéis creado a vuestros sepultureros y no importa: toda medida cautelar, toda precaución será en vano.
Libertad Pablo Hasel
Libertad presos políticos
Canción de Hasel dedicada a los recortes en educación:
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