Cuando se celebra el día de la Hispanidad, los enfoques fundamentalistas se cruzan. Está la historia oficial, que rinde homenaje a la conquista española que “nos descubrió” y “trajo sus avances culturales”; y la visión indigenista que repudia esa invasión depredadora de las culturas precolombinas.
En ambos enfoques hay cargas de ideologización que dejan la discusión entrampada y en esta crónica repasaremos la relación de España con América, en esta relación de 6 siglos, de amores y odios.
Desde la óptica de las relaciones internacionales, el imperio español, que competía con el lusitano en la ocupación de América, llega a nuestras tierras aliado al poder de una Iglesia Católica rectora del poder terrenal. Los soldados fueron reclutados de las cárceles para el osado emprendimiento de encontrar una ruta hacia “las Indias”, ese lugar mágico desde donde llegaban las caravanas trayendo las novedades de una civilización de sedas y perfumes. Los primeros conquistadores lo hicieron movidos por la codicia del oro y la plata y como aspirantes a la nobleza. En su empresa vinieron acompañados del clero que ponía la legitimidad papal a la aventura.
Del lado americano, los pueblos originarios tenían sus propios imperios y sus propios esclavos, con una cosmogonía que les hizo confundir a los sudados españoles de armadura y cabalgadura, con visitantes estelares. La historia de la colonización nos ha dejado lecturas de ese avance español, fundador de pueblos, pero no exento de crueldad y dominación, con amancebamiento de los solitarios viajeros con las indias que iban encontrando, lo que dio el mestizaje que nos caracteriza como pueblos de los territorios invadidos. La encomienda era el envoltorio clerical para una forma de esclavitud hipócrita, diferente al tráfico de esclavos puro y simple que implantaba el conquistador inglés, a quien no interesaba poblar ni evangelizar sino ir directamente al lucro, proveniente de enclaves marítimos, de un fuerte poder naval sustentado en la patente de corso y el asalto metódico a los galeones españoles que ya iban cargados de riquezas para la corona. Como se explicaría hoy, los ingleses le hacían una “mexicana” a los españoles y quizás seguían el adagio de quien le roba a un ladrón tiene cien años de perdón.
La historia de la colonización nos ha dejado lecturas de ese avance español, fundador de pueblos, pero no exento de crueldad y dominación
Así transcurrió la colonia española, con la implantación del Santo Oficio de la Inquisición, la expulsión de los jesuitas que siempre fueron los rebeldes ilustrados dentro de la Iglesia; la lucha religiosa contra los judíos y moros; la defensa del absolutismo. Hasta que la historia dio su vuelco y la burguesía emergente, gracias a la inflación española, derivada de los costos de la curia , de la nobleza y de las cruzadas, llevaron a los reyes absolutos al default y otro gallo cantó también en las Américas y nos independizamos, hace de esto 200 años.
Hasta que la historia dio su vuelco y la burguesía emergente, gracias a la inflación española, derivada de los costos de la curia , de la nobleza y de las cruzadas, llevaron a los reyes absolutos al default y otro gallo cantó también en las Américas y nos independizamos, hace de esto 200 años.
En el día de la Hispanidad, junto a Neruda, cabe reivindicar la lengua castellana que nos dejaron los conquistadores hace 500 años, pero también lamentar, una vez más, el haber sido encandilados por oropeles y ser actuales víctimas de una neo-colonización, producto de relaciones de poder supra ideológicas, donde conspicuos ex revolucionarios, aggiornados después de la caída de los muros, han vuelto de Europa y de su exilio, para convertirse en desenfadados lobbistas que pavimentaron el camino de la nueva conquista de las multinacionales españolas. Así como a los indígenas les cambiaban espejuelos por oro y plata, así también estos neo-imperialistas han vendido a la gente su discurso progresista para mantener sus parcelas de poder y reciclarse con descaro desde las elites políticas a las cúpulas corporativas de sus nuevos patrones y viceversa.
En el día de la Hispanidad, junto a Neruda, cabe reivindicar la lengua castellana que nos dejaron los conquistadores hace 500 años, pero también lamentar, una vez más, el haber sido encandilados por oropeles y ser actuales víctimas de una neo-colonización
Toda una cuestión de vivencias paralelas, donde la frustración ciudadana une los hemisferios en un reclamo común. Para estar el día de la Hispanidad junto a los indignaos de la Puerta del Sol, reclamando por el cambio de esas élites codiciosas que han circulado por nuestras sociedades, durante toda la historia, aferradas al poder.
12/10/11 · Periodismo Independiente, Hernán Narbona Véliz para NOTON (Chile)
El pueblo español es tan víctima de esas élites económicas como lo es el pueblo latinoamericano.
ResponderEliminarSaludos por el artículo.