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Martirio de San Esteban protomártir por Juan de Juanes h. 1560 |
Es una especie de axioma que todo hombre cultivado debe ser oficial. Pero yo creo al contrario que un hombre cultivado debería rechazar ser oficial ; ninguna ley puede obligarle, pues uno siempre puede ser rechazado en los exámenes especiales. La tentación de ser un jefe justo y humano es natural en un hombre instruido ; pero hay que saber que el poder cambia profundamente al que lo ejerce ; y esto no remite sólo a un contagio de la sociedad ; la razón reside en las necesidades del mando, que son inflexibles. Por eso un diputado debe guardarse de ser ministro, y un obrero debe guardarse de ser delegado en el consejo de los patronos, o jefe de sindicato. Se pregunta adónde conduciría este sistema de rechazos. Es en primer lugar la negación de un sistema espantoso ; y creo que los santos hicieron mucho contra la antigua desigualdad mediante su rechazo a ser obispos, priores, abates. Dios o no, salvación o no, habían reconocido la trampa de los poderes. Eran un reproche vivo a los prelados decorados. La religión no ha hecho más que traducir en imágenes vivas la eterna situación de los hombres en sociedad, en la que todo está regulado de modo que las pobres gentes pierdan pronto a sus amigos y a sus consejeros. Los becarios, hoy, reniegan pronto del pueblo del que salen. Esta traición se colorea con grandes palabras. Amar a su país, es siempre, según la opinión reinante, amar la gloria, la riqueza, el poder. Esta virtud es un poco fácil. Elegir el oficio de jefe, es una opción de bienestar. Y, a riesgos iguales, el oficial es más feliz que el hombre de tropa, además tiene el poder, cosa que embriaga. Además el riesgo dura muy poco. Me permito reír de todos aquellos que disfrazan la ambición de devoción. « Pero una vez más, pregunta el hombre razonable, ¿ adónde vamos a llegar ? Esos razonamientos que hace usted son de esa naturaleza que actúa en las almas generosas. ¿ Y luego qué ? ¿ No tendremos por ministros más que a fríos ambiciosos, y nuestros oficiales serán ignorantes y brutales ? ¿ Es eso lo que usted quiere ? » A lo que yo respondo que no conozco el futuro político más de lo que lo conoce usted mismo. Lo que sé bien, es que el estado cabeza abajo del que usted me habla no es posible, y que el régimen de poderes será entonces profundamente transformado ; la opinión, quiero decir la opinión expresada, resistirá en lugar de halagar. Estos efectos serán lentos, imperceptibles, inmensos. Y será el antiguo poder de los papas y obispos, tan pronto corrompido, y fundado esta vez en una especie de infalibilidad positiva. Si todos los helenistas pensaran como Bracke, y todos los físicos como Einstein o Langesans, entonces sería la más grande revolución que se haya visto, y sin otro cambio que un buen juramento consigo de unos mil hombres. Pero mientras un solo espíritu superior se una a la política de los lugares comunes, toda revolución será vana.
Alain, Recuerdos de guerra, 1937
Por, J, Visto en Seminario Jacotot
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